“Necesitas una buena esposa, una digna de ser la Reina”
Esa fue la frase que le repetían constantemente al Rey Darién, de modo que terminó casándose hasta cinco veces, sin embargo, ninguno de sus matrimonios funcionó… inclusive la mayoría terminó de la peor manera existente.
No era para menos, después del trauma vivido en su juventud en el que perdió al amor de su vida, el Rey estaba reacio a volver a intentarlo.
Bien dicen “Nunca digas nunca” ya que todo cambiaría cuando su medio hermano y mejor amigo le aconseja tener un falso matrimonio, uno por contrato con una conocida suya; por más que luché y lo niegue esa mujer extranjera volverá loco de amor al atractivo Rey.
CAPITULO 01
¡BAM!
El fuerte sonido de los disparos resonaban por todo el castillo.
Bam, Bam…
Uno seguido de otro y otro más.
El castillo del príncipe heredero se volvió un caos.
«¡Alerta máxima!»
«¡El paradero y la seguridad del príncipe es prioridad!»
Daban las órdenes los soldados superiores de seguridad del Reino de «Esrud».
Un Reino de un mundo con tecnología avanzada un poco peculiar.
De inmediato fue alertado el castillo principal del Linaje Dorrerbell. El Rey Jonathan salió alterado exigiendo que trajeran a su hijo de inmediato.
— No se preocupe su majestad, el paradero del príncipe ya fue localizado, estará acá lo más pronto posible.
Comento su mano derecha y consejero principal, el comandante Fierth.
El Rey se sentó en su trono con un rostro de terrible enojo.
Eran la 2:35 de la madrugada.
…
Mientras eso sucedía con el Rey Jonathan.
En el terreno del castillo del joven príncipe de diecinueve años de edad.
Una horrible noticia esperaba al rubio de ojos azul marino, quien era el príncipe heredero llamado «Darién Dorrerbell De Esrud».
¡La novia oficial había desaparecido!
¡Darién abrió sus ojos de par en par!
El pánico se apoderó de su cuerpo de inmediato provocando que comenzará a temblar…Su amada novia «Ginelly» había desaparecido.
Esa con la cual había mantenido una hermosa y romántica relación de un año y ocho meses y a pesar de toda la oposición por los origines humildes de la chica, aún así Darién insistió hasta que se le acepto en su familia y se le permitió vivir con él; El proceso de aceptación para la boda ya se estaba llevando a cabo.
Darién la había elegido como su compañera por toda la vida.
¡La amaba!
¡La amaba demasiado y quería volverla su única esposa y su futura Reina!
¡Por ella estaba dispuesto a cualquier cosa!
Por ella duro un año entero convenciendo a su padre, el Rey Jonathan en aceptarla.
Por ella daría su propia vida si así lo pidiera.
…..
Ginelly Lorán.
Una mujer con veinte años de edad, de aspecto inocente, cabello rojizo oscuro muy corto hasta el largo de sus hombros, ojos grandes y hermosos de un color dorado amielado, su gran sonrisa con un pequeño lunar al lado izquierdo de su delgado labio inferior.
Esa era la mujer que por accidente Darién conoció en el último año del instituto privado varonil de la capital.
Una mujer hija de una de las Cheff del instituto, «Gini», como le decía su madre de cariño, había ido un día a dejarle algunas cosas olvidadas a ella; Cuando fue acosada por algunos engreídos estudiantes del último año de ese instituto.
Darién no fue el típico príncipe que la ayudaría.
Él odiaba meterse en problemas o llamar mucho la atención, aunque por su título y aspecto físico sus intentos siempre terminaban en vano.
El suceso que lo llevo hasta Gini ocurrió frente a sus ojos, cuando iba caminando hacía la biblioteca, fue en ese momento que Darién sintió atracción por primera vez en toda su vida sin siquiera darse cuenta de ello hasta más tarde.
Vió como Gini se defendió por si misma y logro huir de esos chicos con éxito.
Darién fue el primero en hablar, pues la felicito y ella sin saber que era el príncipe del Reino le trato con normalidad y hablándole informal, tuvieron una amena charla corta.
Ella se había sentido atraída y con un poco de curiosidad por el chico rubio y bastante guapo con quién comenzaba a entablar una amistad.
Ginelly comenzó a ir más a ese instituto con la excusa de ayudar a su madre, la cual era tan respetada en el lugar, que le daban libre acceso a su hija.
Los encuentros entre Ginelly y Darién se hacían más y más frecuentes.
De la atracción que sentían y la amistad que crearon, nació inevitablemente el amor.
Para cuando ella se enteró de la verdadera identidad de Darién, poco le importaría.
¡Ya estaba perdidamente enamorada!
Lo seguiría hasta el fin del mundo si era necesario.
Por eso cuando Darién le propuso mudarse con él y luchar juntos por su aceptación ella ni siquiera lo pensó.
No le importo el difícil camino que tomaría, sabía que si Darién estaba a su lado tomando su mano ella se sentiría capaz de continuar; después de todo Gini no era para nada una mujer que le gustará darse por vencida.
…
La noche de su desaparición, en medio del caos y ataque al castillo del príncipe heredero.
Darién salió corriendo liberándose de los guardias que le llevaban al terreno dónde se encontraba el castillo principal del Reino y hogar de su padre, el Rey Jonathan.
Los disparos se seguían escuchando dentro del castillo. No sabían cuántos infiltrados eran, ni de que grupo terrorista, oposición o reino enemigo se trataba. Uno de los soldados logró alcanzar a Darién quien corría lo más rápido que podía dejando a muchos atrás. Se le lanzó encima de él deteniendo a la fuerza a ese príncipe sobre el césped con el peso de su cuerpo.
— ¡Sueltame! ¡Maldita sea, sueltame! ¡ES UNA ORDEN! ¡No me toques o serás hombre muerto!
— ¡Lo lamentamos mucho su alteza! Pero tenemos ordenes directas del Rey de llevarlo con nosotros. — Dijo uno de los soldados que se acercaban a él.
— ¡NO! ¡Déjenme ir! ¡Gini está ahí dentro! ¡Debo ir por ella! — Gritaba desesperado y en llanto el príncipe Darién.
Darién luchaba para zafarse del agarré del soldado, lo rasguñaba, golpeaba, él incluso lo mordió varias veces, pero entre más lo hacía, más soldados lo retuvieron y lo llevaron consigo.
— Por favor su alteza, debe entender que por su bienestar debe venir con nosotros. —Dijo en tono pacífico uno de los soldados que le sostenía.
Darién fingió calma y serenidad.
Sabía que era la única forma en que ellos bajarán la guardia y no fueran tan duros con él.
Comenzaron a caminar.
Dos soldados lo retenían de cada extremo de sus brazos y varios más iban detrás de él para capturarle en cualquier momento si decidía volver a intentar huir.
¡BAM! ¡BAM!
Comenzaron a escucharse más disparos, pero conforme más se alejaba Darién de su castillo el sonido era cada vez menor.
¡BOOOM!
El ruidoso y rotundo sonido de una explosión dentro del castillo causó que un sector del mismo de derrumbara. Fue imposible para todos los soldados que se marchaban con el príncipe custodiado como para todos los que comenzaban a llegar para repeler el ataque no voltear sus miradas enfocadas al área de la explosión.
¡Quedaron sorprendidos!
CAPITULO 02
Darién aprovechó la explosión y el pequeño momento de distracción de sus soldados para lograr librarse del agarré de ellos. Una vez lograda la hazaña, el joven príncipe rubio le quitó el arma a uno de ellos.
— ¡No me sigan! ¡Si lo hacen disparo! — Dijo atrevidamente el joven príncipe apuntando a su brazo izquierdo con el arma.
Todos entraron en pánico.
Sabían que una pequeña herida en el cuerpo del príncipe heredero sería suficiente para sentenciar sus vidas, ellos no estaban dispuestos a arriesgar, así que se quedaron inmóviles viendo como el joven príncipe seguía amenazando con su bienestar físico.
Fue cuando una voz resonó desdé atrás del príncipe.
Caminaba lentamente hacía ellos mientras hablaba con una voz tranquila y suave, pero a la vez muy segura.
— No es necesario que se vaya a meter en medio de esos disparos y bombardeos su alteza. Ya hemos encontrado a su novia, la joven señorita Ginelly. Venga conmigo y podrá verla.
Darién veía al hombre alto y musculoso, vestido cuidadosamente con el uniforme representativo de la orden privada del Rey Jonathan. Reconoció de inmediato que ese soldado de cabello rubio tan claro que casi parecería blanco y ojos marrones, era uno de los consejeros más cercanos a su padre.
«Si se trata de ese hombre, probablemente no mienta» Pensó el príncipe Darién.
Darién entrego el arma al soldado que pertenecía y se marchó calmadamente siguiendo al consejero Real.
…
Una vez llegaron frente al Rey Jonathan, este sin levantarse de su trono y con un rostro furioso hablo fríamente.
— ¿Por qué te quedaste ahí? ¡Debiste volver de inmediato! ¡Tu vida es prioridad! ¡Eres el príncipe heredero! ¿A caso pretendes renunciar a tus privilegios? ¿Quieres dejar de lado tu título? ¡No eres mi único candidato! Piensa más y no actúes por impulso Darién.
Darién estaba cansado de las charlas y quejas del Rey Jonathan. Sabía que para su padre el nunca daría la talla, nunca sería el candidato perfecto, por qué sabía que él prefería que el título de «príncipe heredero» fuera para su primer hijo adoptivo llamado «Tevyan» el cual acortaban de cariño a «Tevy» era el primer hijo de la madre de Darién, el cual tuvo por accidente con otro hombre antes de su matrimonio con el Rey Jonathan.
Jonathan aceptó no solo a una esposa así; si no que también se encariño a tal grado con el pequeño Tevy, que lo adoptó y le dio su apellido y título de «Príncipe Adoptivo» el Rey veía a ese niño como su primer hijo aunque no lo fuera biológicamente, por lo que cuando nació Darién, quien era su segundo hijo biológico con esa mujer (el primero fue niña) y tomaría el lugar de «príncipe heredero» se enojo muchísimo con su esposa, quien no acepto su petición de «abortar» al bebé ya que después del nacimiento de la princesa, no quería más hijos.
— ¡¿Dónde está Ginelly?! — Preguntó Darién sin siquiera responder a su padre.
No le importaban las preferencias de Jonathan con su primer hijo «Tevy» ni siquiera le interesaba escuchar las quejas y regaños de este. Todo lo que quería y todo lo que pensaba en ese momento era en su amada mujer.
«Ginelly…¡Tienes que estar bien! ¡Tienes que estar sana y salva!»
Eran esos los pensamientos desesperados y llenos de ansiedad del joven príncipe rubio.
El Rey Jonathan suspiro y viéndolo con una seria expresión se refirió de inmediato al tema.
— Tu novia ha muerto.
— ¿Que? — Preguntó de inmediato Darién pensando que había escuchado mal.
— Murió. Ella está muerta.
— N-no… Estás mintiéndo — Decía el joven príncipe tartamudeando — ¡No puede! No, no…no está…
En ese instante Darién sintió un frío recorrer todo su cuerpo, su mente estaba en blanco, no podía pensar en nada más «muerta» era la palabra que pasaba cientos de veces en su cabeza. Se le dificultaba tragar saliva, se le dificultaba incluso respirar bien, su cuerpo comenzaba a sudar fríamente y de pronto sintió una enorme debilidad en sus temblorosas piernas que lo hicieron perder el equilibrio.
Pero antes de que él pudiera caer al piso, el consejero Real, de aspecto rubio claro de ojos marrone presente, llamado Tomy sostuvo al príncipe ayudándolo a apoyarse en él.
Darién volvió su mirada a él.
— Quiero verla. — Dijo Darién con su temblorosa voz y con mucho esfuerzo.
— No lo harás. — Interrumpió de inmediato el Rey Jonathan — No quiero que veas como se encuentra, no debes tener esa horrible imagen como tú última memoria de ella.
— ¡Tengo que verla! ¡Cómo sabré si de verdad está…está…! ¡No puede ser! ¡Debe estar viva! ¡Nunca la quisiste para mí! ¡Me estás mintiéndo! ¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde la enviaste?! ¡¿Que le hiciste?!
Darién gritaba desesperadamente con los bordes de sus ojos hinchados muy rojizos y sus lágrimas fluyendo sin parar.
— ¡Quiero verla! ¡Déjame verla! ¡Necesito hacerlo! Por favor…por…favor…
El consejero Tomy volvió a ver al Rey Jonathan asintiendo y el Rey suspiró.
— Primero Cálmate, es asquerosa la imágen desaliñada que estás presentando, eres el príncipe heredero ¡No seas tan patético! Solo fue una simple mujer del montón, mi hijo Tevy jamás reaccionaria de ese modo por tan poca cosa.
El consejero Tomy le entrego un pañuelo blanco al príncipe, haciendo una señal a uno de los soldados que resguardaba la entrada, el cual abrió la puerta e ingreso una sirvienta con una bandeja plateada en la cual llevaba agua y una pequeña caja negra y un sirviente con una silla en la cual sentaron a Darién.
Una vez tomó un poco de agua intentando calmarse; el consejero Tomy abrió la pequeña caja negra en la cual había un frasco de vidrio con cápsulas blancas. Le dió dos de ellas al príncipe quien lo veía dudosamente, sin embargo Jonathan le dijo fríamente «tómala o no la verás» en ese instante Darién las tomó sin siquiera pensarlo de más.
Todo estaba bien por unos minutos, el consejero Tomy lo ayudó apoyando uno de sus brazos en sus hombros y sosteniendo al príncipe de la cintura continuaron caminando por los pasillos hasta un salón no muy lejano.
Se abrió la puerta.
Ahí estaba Ginelly…
Aunque era más «Lo que quedaba de ella».
Darién se desmayo en ese instante.
No necesariamente por el susto o la fuerte impresión provocada por tan atroz escena sangrienta. Fue más causada por el medicamento que hace unos minutos atrás había ingerido.
— Debería dormir al menos unas veinticuatro horas su majestad, así que podemos encargarnos del problema en el castillo del príncipe y del falso cadáver.