Santa Revoltosa
Prólogo
Mi vida era perfecta hasta que papá me da la gran noticia.
—Felicidades— dice, levantando la copa de licor—. Vas a casarte con Ovidio Rossi.
—¿Qué? — grito—. No voy a casarme con ese idiota, prefiero estar muerta.
— ¡Déjate de idioteces! -, se acerca—, aquí no tienes voz, ni voto—, recalca mi padre, hablándome al oído.
—Soy tu hija, ¿acaso no me quieres? —Fijo la mirada en él, tratando de que se conmueva.
— ¡Déjate de sentimentalismo, Tatiana!, ambos sabemos que solo son negocios y tú mejor que nadie sabe que es necesario, esta alianza.
—Lo sé, pero nunca imaginé que me darías en matrimonio a ese estúpido, y sin preguntarme.
—Porque hacerlo, si siempre dices que no— papá camina a la mesa de tragos y me sirve uno.
—Por supuesto que nunca me casaría con alguno de los pretendientes que eliges, todos son unos idiotas, machistas, borrachos, narco, traficantes y asesinos. Además, estoy muy chica para el matrimonio.
—Ya tienes treinta años—, me refresca la memoria, entregándome el vaso de licor.
—Dilo más bajito— me molesto, recibiendo el vaso —. Tengo veintidós— elevo el tono de vos.
—Si tú lo dices — bebe un trago de su vaso—, ya es tiempo de que me des nietos.
—No quiero tener hijos, ya te lo he dicho muchas veces.
—¡lástima!, porque tu futuro esposo, quiere tener cinco.
—¡Está loco! Que adopte si tanto quiere tener hijos— bebo un trago de mi vaso—. Y antes de que me toque, lo castraré.
—No harás nada de nada— se molesta papá—. Te casarás y honraras el trato, porque ambos sabemos lo que pasara si lo rompes.
—¿¡Trato!? ¿Fuiste tan tonto para hacer uno? — lo miro—¡Papa! ¡Mírame ¡ya firmaste algún papel!
—Lo hice y ahora debes cumplir.
—¡Papa como se te ocurre! Lorenzo Rossi está loco.
—Lo está y te quiere tanto, que está dispuesto a todo por tenerte.
—Y me entregaste a él por un puñado de oro — estrello el vaso en su pecho y salgo de la biblioteca.
—¡Tatiana! — grita, siguiéndome.
No hago casi a sus palabras y presurosa subo las escaleras hacia mi habitación. Ingreso y papá entra detrás.
—¡vete! Necesito estar sola.
—Ovidio y su padre te esperan, así que baja de una vez.
—¡oblígame! No pienso bajar.
Papá da un resoplido y golpea la pared.
—¿Por qué eres tan terca? — gruñe.
—Por qué soy como tú. No puedes hacer que cambie de opinión y menos obligarme a casarme con un sujeto que no quiero.
—Bien —, expresa de manera exaltada—. Haremos las cosas a tu manera, por las malas— saca su teléfono y marca.
—¿Qué es lo que harás? Llamarle a la abuela y acusarme con ella. — me burlo—. Te aseguro que mi nona estará de acuerdo en lo que yo quiera.
—No. Llamaré al seguro y cancelaré la ayuda, a tu adorada amiga Wendy.
—¿Qué? No puedes hacer esto.
—Claro que puedo, también hablaré al trabajo de Kimberly y Felix y haré que los despidan. Y de paso llamaré a la policía para deportar a Joshua. ¿Te gustaría que haga eso?
—No te atrevas o voy a matarte.
—Shh— levanta un dedo para contestar la llamada— Sí, habla Sergio Sandoval, quiera…
Le arrebato el teléfono de las manos.
—Tú ganas— le digo—Aunque sabes que estás condenándote al hacerme esto, padre.
—Asumiré los riesgos de tus amenazas. Colócate el vestido que está en esa caja, sonríe la cama, perfúmate y date un retoque de maquillaje, deslúmbralo con tu belleza. No tardes— sale de mi habitación, dejándole un guiño.
Si bien, odio esta decisión, sé perfectamente que no tengo salida y papá sabe de ello y quiere tomar la ventaja. Lo que no sabe, es que no pienso casarme con ese idiota.
Miro el vestido sobre la caja y lo dejo en su lugar. Jamás me pondría una cosa como esa y menos para deslumbrar a un patán como Ovidio Rossi, es detestable.
Me miro al espejo y no me veo tan mal, después de todo, no estoy interesada en agradarle. Mejor que se haga una idea correcta de lo que tendrá, por lo menos hasta que llegue el grandioso día, ¡oh! Sí que será divertido ver esa cara de idiota cuando lo deje plantado. Porque antes muerta, que casarme con él.
Tengo que idear un plan, el mejor de todos, algo grande, algo que vaya de acuerdo a la maldad que él transmite, será realmente inolvidable. Sin poder contener la risa, bajo las escaleras, y me dirijo a la sala.
Papá se sorprende verme, lo mismo que Ovidio y su padre.
—Cariño, bajaste rápido— dice poniéndose de pie y caminando a mi encuentro.
—Estaba muy ansiosa de ver a mi prometido—, menciono de manera sarcástica.
— ¿Por qué no usaste el vestido? — susurra con media sonrisa pintada en sus labios.
—Porque no me gustó.
Papá me lleva hacia Óvidio que sé ya se encontraba de pie. El hombre no está tan mal, no era un cuarentón, pero tampoco un chiquillo. Tiene buen porte, fornido, moreno, con un ridículo bigote y con una encantadora mirada de psicópata.
Besa mi mano para deja un suspiro halagador.
—Eres tan hermosa como en tus fotografías— Dice de una manera dulce que me provoca náuseas.
—Gracias, pero no puedo decir lo mismo— dejo salir una pequeña sonrisa, mientras mi padre cierra los ojos y el señor Rossi, s e pone muy serio. ¡Ay! Que delicados —. Solo bromeo— sonrío—. Para ser sincera me has dejado sin palabras, eres, muy diferente a como te ha descrito mi padre.
Papá, para cortar el momento, ofrece hacer un brindis y él y Lorenzo Rossi se alejan para dejarnos solos, por así decirlo.
—Cuando seas mía, te enseñaré modales— susurra mirándome de manera desafiante.
—¡Ay! No tienes idea de lo mucho que ansío que llegue ese momento — Menciono, con gran sarcasmo, haciendo que su ceño se frunza.
—Lo que más me gusta es domar fieras salvajes.
—Seguramente, lo haces bien.
—Lo disfrutarás tanto, pequeña.
—Estoy segura de que sí. —Le susurro, alejándome, dejando una sonrisa traviesa en mi carita de ángel.
¡Pobre idiota! Estás a punto de conocer a la verdadera Tatiana Sandoval.
Capítulo 1
Tatiana
Jamás pensé que mi padre, fuese capaz de llegar a tanto, solo por dinero. Bueno, no es que haga otra cosa, a mis hermanas también las obligó a casarse y aunque ellas son conformistas, creo que encontraron el amor, pero no creo que eso suceda conmigo. Ovidio es un narco de las grandes ligas, controla gran parte del territorio mexicano. Tiene cuatro asciendas muy productivas, mucho dinero y sigue soltero, Sus hermanos menores no se parecen nada a él. Por lo que cuentan, no quieren saber nada de la vida secreta de su padre con el narcotráfico, no obstante, cuando su cabeza ruede, todos serán afectados.
Yo soy consciente de que mi padre está hasta el cuello de mierda y que tarde o temprano su castillo de oro va a desaparecer y cuando ese pase, nuestras vidas cambiaran para siempre. Estaremos en la calle o en la cárcel, seremos señalados y quizás hasta apedreados por las muertes que involuntariamente arrastramos. Por eso, intento ayudar lo más que pueda, lejos de lo que diga mi padre o mis hermanas, hago lo que dice mi corazón. Me he ganado amigos y favores de gente poderosa y personas comunes y corrientes que son capaces de dar su vida por mí. Podría decir que tengo mis influencias en todo el país y la manera de escapar de este matrimonio, sin derramar una gota de sangre.
Si papá pensaba que me quedaría cruzada de brazos esperando el día de la boda, está equivocado. Mientras él ha perdido el tiempo en la preparación de la mejor celebración del año, yo me he desvelado ideando la manera perfecta para huir y tras unos ajustes, ya tengo la salida.
—¡es perfecto! —. Digo en voz alta, muy emocionada.
—¿Este te gusta? — interroga papá. Había olvidado que estábamos eligiendo el vestido de novia.
—Sí. ¿Qué tiene de malo ese diseño?, ya tengo más de dos horas aquí sentada, me duelen las pompis. Para mi todos son iguales.
—Como puedes decir eso, cada detalle es único— habla Ximena—. Y siempre hay uno más hermoso que el anterior.
—disculpe que difiera, pero, para mi son solo pedazos de tela blanca y detesto el color blanco— agrego cruzándome de brazos—. Estoy aburrida.
—Es tu boda, hermana— habla Sonia—. El día más feliz de tu vida, vas a casarte con Ovidio, posiblemente el soltero más cotizado del país, es el hombre perfecto para muchas.
—No para mí— agrego, molesta. Y como lucir feliz, si no amas al hombre con el que te obligan a casarte.
Esas últimas palabras las digo, con más fuerza. Que las mujeres del lugar me miran.
— No deberías decir esas cosas, hermana— interviene Ximena.
—Lo siento, pero no estoy complacida buscando un vestido de novia bonito, para casarme obligada con un hombre que no amo y es mucho mayor que yo.
—Debo recordarte que solo te lleva cinco años, el que luzcas como una quinceañera no quiere decir que seas menor de edad— se molesta papá.
—Disculpe, señor Sandoval. No pensé que mi pronta infelicidad no le molestaba.
Un par de horas más, todos salimos de la boutique con un hermoso y costosísimo vestido de novia, modelo exclusivo. Sin duda la diseñada ha sido la más feliz, casi se desmaya cuando papá le entrega el cheque.
Mis hermanas son odiosas, todo el camino a casa no ha parado de hablar de los planes, del maquillaje y tanta cosa que no me interesa oír. Podría decirles que no quiero casarme, peor temo que me delaten. Hace mucho que ya no hablamos y siento que no puedo confiarles algo tan delicado. Quieren que sea feliz, pero apoyan esta farsa de matrimonio.
Cuando llegamos a casa, subieron a mi habitación para dejar el vestido.
—No te ves emocionada— dice Ximena.
—¿En serio? ¿En qué me lo notaste? — hablo de manera sarcástica.
—No creí que hablaras en serio respeto a Ovidio— dice Sonia acercándose.
—No amo a ese hombre, no deseo casarme, pero debo agachar la cabeza porque papá me tiene chantajeada — confieso.
—Sé que te asusta el formar una familia lejos de casa, pero cuando te enamores de…
—Nunca voy a tener sentimientos por él— interrumpo a Sonia—, ese hombre es agresivo, se atrevió a amenazarse, imagina lo que pasará conmigo cuando nos casemos?
—No va a maltratarte— menciona Sonia—, los hombres como Ovidio son rudos pero frágiles por dentro.
—Créeme, este hombre no es un pan dulce por dentro y no quiero averiguarlo— confieso.
—Cuando lo conozcas— refiere Ximena.
—¡Basta! — grito, mirándolas a ambas— ¿Por qué son conformistas? No necesitamos de un hombre para sobresalir en esta sociedad machista. No dependemos de un hombre para vivir. Ustedes aman su vida, ¡Bien, perfecto! Pero, yo no soy como ustedes, yo no pienso como ustedes y lo que he esperado de cada una, es su apoyo, no que me repitan de mil maneras diferentes que tengo que obedecer. Ovidio no es una oveja con disfraz de lobo, usa un disfraz de lobo para ocultar que es un demonio. Ustedes tuvieron suerte en sus matrimonios, son felices con sus nuevas vidas ¡Bien! ¡Me alegra saberlo! Pero yo no correré con esa suerte. Si estoy aquí, tratando de tragarme esta farsa, es por mis amigos. Para salvar a aquellos que dan su vida por mí, sin que se lo pida, por aquellos que me apoyan. Esperaba algo de eso, en ustedes, pero no es así.
—Tatiana…— habla Sonia, con tristeza.
—¡Déjenme sola! —. Les muestro la salida.
—No somos conformistas y te amamos— dice Sonia—. Hagas lo que hagas, siempre vamos a apoyarte. Eres nuestra hermana.
—Quiero estar sola. Le recalco.
Las veo salir de la habitación. Sí que es difícil darse cuanta de que no siempre podrás contar con tu familia. Bueno, quizás dejamos de conocernos y entender ciertos comportamientos. Por esa parte creo que estoy juzgándolas mal. Ellas no tienen idea de lo que puede sucederme en manos de ese hombre.
Después de la cena, las cosas no cambiaron mucho, la boda del día de mañana es el tema principal desde hace una maldita semana, yo únicamente escucho todo y me mantengo en silencio, de vez en cuanto miro a papá y algo me dice que me debo andar con cuidado. El señor Sergio Sandoval Montero es un hombre astuto y mi comportamiento le advierte del peligro.
Al finalizar la cena, sin que se diera cuenta, lo sigo hasta la biblioteca, ahí dentro, tuvo una charla corta con los hombres de seguridad. Cuando los hombres salieron, hace una llamada.
—Conozco a Tatiana y puedo asegúrate que tratará de escapar de su responsabilidad — le advierte a la persona al otro lado del teléfono —. Así que quiero que tomes las precauciones del caso. Quiero a los mejores hombres rodeando la casa, y su habitación, así mismo quiero autos a un kilómetro a la redonda, nadie puede entrar o salir sin que me lo reportes. ¡Entendiste!
¡Joder!
Regreso a mi recámara a pensar en las nuevas estrategias. Tras unos minutos analizando el panorama, llamo a Félix; el genio de los disfraces de Halloween.
—Hola, Félix, querido ¿listo para la diversión de mañana?
“No lo menciones, loca. Estás poniéndome la soga, al cuello. Tu padre va a perseguirme por el resto de la vida”
—Deja de ser exagerado, solo concentrarte en tu papel.
“Estoy metido en mi papel”
—Bien, porque papá sospecha y ha dispuesto una barricada en la casa y a 1 kilometro a la redonda.
“Tu padre es muy astuto”
—Aun así, tengo aliados, lo único que necesito es que lo que planeamos salga a la perfección.
“Estaremos temprano en casa. Y si todo es como lo creemos, los mejores regalos están llegando en unos minutos”
—Perfecto.
Cuando puedes contar con todo el dinero del mundo, puedes comprar lo que quieras, aún más siendo la hija de Leonardo Sandoval y apodarme la “Santa Diabla” nadie, absolutamente nadie se atrevía a decirle que no.
Esta pequeña chica angelical cuenta con una legión de seguidores fieles que son capaces de todo por mí. Hasta de planear el mejor escape millonario, ante las narices de mi padre.