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Todo cambiará en solo una noche, Lillie Watson pasará su vida tranquila a un tormentoso y peligro mundo. Cuando conoce a un mafioso que le llaman «El Diablo.»  Ya nada será igual.

Él se obsesionara y querrá tenerla a cualquier costa que sea, arrastrándola a ese peligro mundo, que es su infierno. Dónde ella en algún momento tendrá la opción de huir o quedarse.

Capitulo 1/Mi vida.

LILLIE

Siempre había sido muy puntual, estaba acostumbrada a llegar temprano a clases y salir a la hora exacta.  

Siempre había planificado mi vida, había tratado de mantener el control de todo mi entorno y no me gustaba la improvisación.  

Pero a punto de cumplir 20 años y cursando la facultad de medicina en dos años, me hice un poco más responsable y exigente en mi tiempo, siempre lo había sido pero ahora lo era más.  

Al igual que en mi trabajo cada noche llegaba con tiempo al lugar, ya que nunca me gustaba andar a prisas y que me presionarán con el plazo. Por eso a donde fuera llegaba antes.  

Mi vida era simple, todos los días acudía a la universidad y por las noches cinco días a la semana al club donde trabajaba. Llevó ya un año trabajando en ese lugar, al momento que entré allí fui una mesera, pero mi jefa y el público al ver me bailar arriba del escenario aclamaron mi presencia todos los días.  

La verdad es que yo ya tenía experiencia en baile. Había practicado ballet desde pequeña, pero cuando mi madre recayó en su enfermedad tuve que dejarlo, el dinero ya no alcanzaba y ella había dejado de trabajar, mi hermana mayor se había convertido en el sustituto del hogar y yo no podía darse esos lujos, fue cuando decidí buscar un empleo. Mi verdadera pasión no estaba detrás de los libros, era una apasionada de la danza, pero sabía que este mundo no me garantiza un futuro estable.  

Mi familia sabe que trabajo en un club nocturno, pero solo mi hermana Alexa está al tanto de mi nuevo ascenso como bailarina exclusiva en ese lugar.  

Desde que Julie mi jefa me ofreció el trabajo no me dejó ir, ya que yo soy su «joya más preciada,» siempre me lo dice.  

El club no es un prostíbulo ni nada que se le parezca, es un lugar donde van hombres poderosos millonarios, de esos tipos que les gusta la elegancia pero también la lujuria. Las chicas que trabajamos en ese lugar solo ofrecen un baile y compañía, si la pide algún cliente. El servicio que se les brinda no incluye tener relaciones sexuales con ellos. No somos prostitutas.  

Algunas de mis compañeras si lo hacen, ya sea por necesidad o porque les guste, pero el club es punto y aparte a los servicios que ellas ofrecen por fuera. Son reglas del lugar y Julie siempre dice que ella no prostituye a sus chicas. Por eso acepté bailar ya que nadie iba a obligarte hacer algo que no quisiera.  

Mi madre se decepcionará si supiera a lo que me dedicó por las noches, ella sabe de mi trabajo en el club, no le he mentido solo le oculte que me ofrecieron otro puesto en ese lugar, y así seguirá ya que no quiero que se enteré. Ella ha puesto toda su fè en mí, espera el día en que me gradúe de la universidad de medicina y llegue a ser una gran doctora.  

Mi sueño desde niña fue ser una bailarina profesional de ballet pero con el tiempo y las circunstancias me vi en la necesidad de elegir otra profesión, eso no significa que no me guste lo que estudio si no que yo antes tenía un mayor sueño antes de elegir medicina, al crecer mis gustos y decisiones cambiaron y por eso me atreví a buscar un empleo con mejor paga ya que una facultad de medicina es muy costosa, también así poder ayudar a Alexa.  

Mi hermana ha sufrido mucho, en su adolescencia se enamoró de un tipo sin ningún futuro ya que era un delincuente, pero ella estaba tan cegada de amor que no miraba sus defectos; hasta que el día que salió embarazada de mi sobrina Sandy, dejándola y desapareciendo de su vida.  

Ella no quería aceptar su partida y se deprimió por un largo tiempo, mi madre y yo siempre estuvimos ahí para ella hasta que se volvió a levantar, hoy en día sigue lamentándose a ver conocido a ese hombre y no por haber tenido a mi sobrinita, si no por lo perdida que llegó a estar después cuando la dejó.  

No entiendo eso del amor, nunca he estado enamorada y no creo llegar a estarlo, con solo ver a mi hermana tengo más que suficiente, aunque no puedo decir lo mismo de mi madre, ella tuvo un matrimonio muy feliz y duradero, bueno hasta donde se pudo, ya que nuestro padre murió de un infarto, cuando a penas mi hermana tenía siete años y yo estaba en el vientre de mamá, eso me contó ella, no creo poder ser tan fuerte como ellas lo han sabido ser.  

Cuando llegó a la mesa de la cocina para desayunar antes de ir me a la universidad, veo a mi madre sirviendo la comida en los platos, desde que dejó de trabajar se ofreció a ayudarnos en el hogar ya que los papeles se habían cambiado.     

Desde que le detectaron el cáncer en su seno, fue algo completamente devastador tanto para ella como para nosotras. Llegue al punto de negarme que esto le sucediera a mi fuerte madre, había sido uno de los elementos más fuertes había practicado en mi vida, para tratar de mantener el equilibrio, ya que afrontar la enfermedad de mi madre ha sido uno de los procesos más difíciles de sobrellevar.  

La amaba profundamente, tenía una relación muy cercana a ella, ya que siempre había sido una gran buena madre y tenía temor de perderla.  

—Buenos días —saludo con una sonrisa.  

—Buenos días, mi niña —me responde esforzando una sonrisa .  

Había estado hospitalizada durante tres meses seguidos, sufrió recaídas duras, y los fuertes tratamientos que tuvo que pasar para tratar de seguir con vida, se había deteriorado a causa de eso y se veía más cansada y muy delgada, ya no era la misma mujer de hace dos años atrás, alegre y con ese brillo en sus ojos.  

—Mamá te he dicho que no es necesario que nos prepares el desayuno —la regaño —¿Cómo te sientes el día de hoy?  

—Y yo te he dicho que mientras esté en esta casa de inútil les ayudaré en lo que pueda, y como si puedo cocinar lo seguiré haciendo —me regresa el regaño, 《está señora nunca entiende.》  

Llega corriendo mi tormenta Sandy, así le digo de cariño a mi pequeña sobrina, mi hermana viene detrás de ella.  

—¡Buen día, Abu! —corre y abraza las piernas de mi madre —¡Buenos días Tití! —Llega a mí lado y se avienta a mis brazos, la cargo y la siento en mis piernas.  

Abu y Tití es como nos llamamos desde bebé y así se quedaron esos apodos, es una tormenta pero también es pura ternura. La amo.  

—Buen día pequeña tormenta —le doy un beso en su cabeza, ella sonríe.  

Ella es casi igual a mí hermana tiene una melena castaña oscura al igual mi madre, yo en cambió tengo el cabello claro casi rubio y ondulado, el color de mis ojos también son distintos a los de ellas, son verde esmeralda, ellas tienen el mismo tono de ojos, piel clara y estatura media, yo soy un poco más alta que ellas, y siempre le pregunté porque era muy distinta a ellas, y me decía había heredado por parte de la familia de nuestro padre, lo más raro era que no había ninguna foto del para recordarlo, según mi madre decía que era porque a él nunca le habían gustado. Pero siempre me pregunté porque casi no tenía nada de parecido físicamente con Alexa.  

Mi hermana se acerca a mi madre y la hace sentir, ya lleva un rato de pie y eso hace que se agote más rápido. Alex es muy responsable, a sus 26 años trabaja doble turno en la cafetería que está cercas de mi universidad y también ayuda a mi madre con la casa cuando está aquí, al igual yo, solo que normalmente estoy más tiempo en la facultad y en mi trabajo que en mi casa, el tiempo no me alcanza, pero cuando me toca descansar lo dedicó ayudarlas.  

Alexa tuvo que dejar la facultad de derecho con tan solo un año por terminar su carrera, por falta de dinero, fue cuando nos enteramos que mi madre estaba enferma y ella decidió trabajar y como vio que no alcanzaba para sus estudios se vio en la necesidad de dejarlos, aparte que tiene los gastos de Sandy.  

Termino de desayunar y me despido de mi madre, le hago saber que cualquier cosa que suceda y se sienta mal me llamé lo más rápido posible, siempre que salgo se lo dejo dicho, ya la debo tener harta pero tengo que estarlo recordando.  

Le doy un beso y salgo junto con mi hermana y sobrina, ya que ella toma el mismo autobús que yo. Su trabajo está a una calle de la facultad, pero antes de ir al trabajo baja para dejar a mi sobrina en su escuela, yo bajo con ella para no dejarla que camine sola, ya que no vuelve agarrar el bus.  

Una vez dejando a Sandy en la puerta de su escuela, nos encaminamos a nuestro destino.  

—Yo no veo bien a mamá —le confieso preocupada a Alex.  

—Sabes bien que los tratamientos la agotan.  

—Lo sé, pero veo en sus ojos que algo no va bien, me refiero a algo fuera de lo normal. —hago un gesto.  

Cruzamos las calles, son pocas para llegar, nos toma como unos cinco o ocho minutos llegar, lo bueno que siempre vamos con tiempo de sobra, ella entra a las 8 y yo 8:30.  

Llegamos con quince minutos de sobra a la cafetería.  

—Solo está agotada —responde por fin.  

La acompañó adentro ya que aún no terminamos nuestra conversación.  

—¿Tú crees? —pregunto.  

—Sí, no te preocupes —dice, mientras deja su abrigo en su casillero y toma su mandil. Ya está vestida con el uniforme de la cafetería.  

—Eso espero —suspiró.  

—Ya vete a clases que se te hará tarde —me apura al ver la hora en su reloj de mano.  

—Ya voy, solo quería saber más de mamá, como casi no estoy todo el día —gruño molesta —Además siempre llegó temprano.  

—Pues si sigues como perico, dudo que esta vez llegues temprano.  

Le saco la lengua, y le doy un abrazo de despedida, salgo de la cafetería y me encaminó a la facultad.  

Espero que el día se vaya rápido, necesito un poco de tiempo para estar con mí mamá.  

Hoy tenía un examen muy importante a mitad de clases, lo bueno que los lunes y martes no trabajo así que aproveche esos días para estudiar hasta la noche. Espero pasarlo con un buen promedió.  

El horario de clases pasó y fui almorzar algo rápido ya que después comenzaba la clase donde me pondrán el examen que estaba esperando.  

Al llegar veo un brazo meneándose, son mis compañeros de clases, también son mis amigos solo que como no los frecuento mucho no soy muy cercana a ellos y como son chicos de dinero están acostumbrados a otro mundo a diferencia del mío.  

Camino hacia la mesa donde se encuentran sentados. Son muy buenos chicos pero siempre están hablando de fiestas, coches, mansiones con albercas y cosas así, por eso siempre estoy fuera de la plática,    ellos me han invitado a esos lugares pero yo no tengo tiempo para divertirme y mucho menos gastar dinero del que no tengo en cosas innecesarias.  

Me siento a lado de las chicas son Ashely, Vanessa y Dafne. Ellas son unas chicas alegres y fiesteras, a pesar de su buen estatus ellas nunca me han tratado mal o despreciado por mi estado económico, saben que soy de bajos recursos y que si estoy aquí es por mí media beca que tengo y porque me desempeño trabajo para terminar de pagar mis estudios.   

Los chicos son muy lindos también, solo que ellos son más amables que las chicas. Nathan y Jonathan son hermanos y primos de Ashely, por ella es que los conocí. Son muy bromistas y alegres sin preocupación alguna, son rubios al igual que su prima, solo que ellos se ven más castaños, son atractivos y son casi iguales hasta parecen gemelos, pero no lo son.  

Ashely es rubia, bajita y delgada, al principio creí que iba hacer una chica presumida por ser popular de esas que con ver que es muy bonita y tiene el mundo a sus pies piensas que es una hija de papi, y si lo es pero no llega al punto de humillar a nadie, después sigue Vanessa es una chica muy extrovertida y sexy, le encantan los chicos y las fiestas, es alta, morena con unos ojos muy oscuros grandes, un cuerpo de infarto, se nota que ella hace mucho ejercicio y cuida lo que come, por último está Dafne es castaña, ella si es algo presumida pero es del tipo de chica indefensa, al igual es guapa y con un cuerpo de modelo.  

No como yo que no temo a engordar y como de todo, desde que dejé el ballet me doy esos lujos, aún así no engordo es mi metabolismo, mi cuerpo no tenía mucho que envidiarle a otras, no es por nada pero tenía muy buenos atributos por eso en la danza fracase por parte de mi cuerpo ya que la maestra me traía a puras dietas, mis anchas caderas y piernas no bajaban como ella quería. Fue una tortura ese tiempo pero un sacrificio que valía la pena ya que en ese tiempo fue mí sueño. 

Capitulo 2/Mi infierno

DANTE

Sentí el calor de la bala al pasar junto a mi cabeza, rompiendo en pedazos el cristal de la ventana que había detrás de mí. Cayeron algunos encima mientras rodaba para cubrirme, aún con el arma en mí mano.  

Mire hacia el otro lado buscando a Iván, estaba agachado detrás de un barril enorme de combustible. Lo miró frunciendo el ceño —¿qué demonios está haciendo?— Rápidamente,    se puso de pie para dirigirse a mi lado, disparó varias veces hacia el contenido peligroso y se lanzó a mi lado al momento que ocasionó una gran explosión.  

Mientras nos cubrimos detrás de unos contenedores grandes de metal. Nos habían emboscado los rusos esa madrugada, no entendía el porque si yo tenía trato con el jefe de su mafia,    pero claro estaba que después de este asunto iba a investigar bien y llegar al problema que originó todo este conflicto.  

Yo tenía varios aliados de la mafia en casi todo el mundo, ni a ellos ni a mi les servía que fuéramos enemigos ya que yo les entregaba cargamentos de armas y drogas, como ellos a mí me entregaban chicas para mis hombres y también están asociados conmigo en el lavado de dinero.  

—¿Ves eso? —señalé hacia una escalera de metal que se encontraba a unos metros. —Sube. Yo te cubriré.  

Miró hacia la escalera y luego a mí.  

—Creo que es una estúpida idea —dijo —Mejor ve tú, y yo te cubro.  

—¡Ve es una orden! —grito molesto, este idiota siempre me lleva la contra, y más en estos momentos.  

Iván gruñe, pero se movió, me miró esperando mi señal. Asentí con mi cabeza, y tan pronto como salió detrás del contenedor me puse de pie para disparar. Distrayéndose tomándonos por sorpresa y fue como así le pude dar a dos de ellos haciéndolos caer al suelo, mientras que otro alcanzó a disparar hacia mí.  

Alcancé agacharme, en ese momento vi a Iván que ya casi terminaba de subir las escaleras. Ellos se dieron cuenta de mi amigo uniéndose todos al tiroteo hacia él. Aproveche que estaban concentrados en lo suyo y apunté con mi arma a uno de ellos derribándolo rápidamente. Volvieron a verme y dispararon de nuevo a mí.  

Les di a uno en una pierna y a otro al costado, cuando caían salí detrás del contenedor y corrí lo más deprisa que puedo hacia las escaleras, al llegar arriba escuchó más disparos y veo que es Iván contra dos tipos.  

Cuando hago por acercarme sigilosamente, veo caer de rodillas a mi amigo.  

—¡Iván! —grito, sin importarme si me escuchan.  

Al acercarme a él vi la sangre esparciéndose por su camisa, escuché unas pisadas y me arriesgué para dispararles hasta que cayeron. Me quité la camisa y le presioné la herida a mi amigo.  

Escuché el ruido del helicóptero, 《ya se habían atrasado》Pero en eso veo, de reojo que vienen otros subiendo las escaleras, tomó a mi amigo del brazo y lo apoyó en mi hombro para ayudarle a ponerse de pie, al hacerlo nos encaminamos a la soga que nos habían lanzado.  

El helicóptero no podía bajar por el lugar en el que estábamos así que teníamos que colgarnos de esa soga, el problema es que Iván no tiene fuerzas por la herida que le hicieron. Yo tengo la suficiente fuerza para sostenernos a ambos, pero no sé cuánto tiempo pueda aguantar con el gran cuerpo de mi amigo.   

Nos tomamos de ella y el helicóptero sale del lugar lo más rápido que puede, los hombres que subieron a la azotea nos disparan, pero ahí se notaba su mal puntería ya que ninguno nos dio.  

La soga la alzan para ayudarnos a elevar, les paso el brazo de mi amigo y lo ayudan a subir, subiendo después de él.  

Ya estando arriba lo primero que hago es revisar su herida, está pálido, y sudando. Ha perdido mucha sangre, puedo verlo en la camisa que le había puesto.  

—Hermano, háblame —le pido, no quiero que se duerma, necesito distraerlo. —Mírame, lo logramos, ya pronto estaremos en casa. —le digo al ver que sus ojos se cierran —¡Deseen prisa! —les gritó a los que están encargados de llevarnos.  

Minutos después estamos en el lugar donde tenemos una clínica clandestina, ya que no podemos ir a ninguna legal. Como estamos fuera de Italia, aquí en Rusia contamos con un servicio médico ilegal, pero como están las cosas no podemos quedarnos más tiempo, así que apuro a los médicos para que lo atiendan lo más rápido posible.  

Los médicos dicen que solo fue un roce de bala y que lo grave ya había pasado ya que fue cuando perdió sangre, eso fue lo que lo debilitó. Le hicieron una transfusión, aun seguía inconsciente y me tuve que ver en la necesidad de llevarlo en una camilla hasta el avión, mientras seguían pasando la sangre. No me quedaba de otra, tenía que hacerlo así, si no quería otro tiroteo más.  

Tuve que pedirle a un médico que me prestara sus servicios y yo le prometí regresar sano y salvo una vez que mi amigo esté estable y fuera de peligro.

Al subir al avión y estar ya en los cielos me relajo un poco y me siento en uno de los asientos que están cercas de la camilla de Iván, siempre ha sido así, cuando uno está entre la vida y la muerte cuidamos del uno al otro. Eso y muchas cosas más es lo que hace de nuestra genuina y fiel amistad de muchos años.  

Es mi amigo de la infancia, su padre trabajó por muchos años para él mío y ahora él lo hace para mí junto con su padre, solo que Edgardo ya no anda en estos trotes como nosotros, el se encarga más que nada de los negocios financieros y toda esa mierda, mientras nosotros hacemos el trabajo más sucio y peligroso.  

No le tengo miedo a la muerte, siempre he dicho si me toca es porque ya era mi turno, estoy consiente a lo que me dedicó y que tarde o temprano moriré de un puto balazo. Es mi origen, mi legado, es algo que no puedo dejar, aparte es algo que amo hacer, me gusta ver la sangre de mis enemigos que corren por mis manos, y que supliquen por su vida. Por eso me llaman el Diablo. No le temo a nada, ya que no tengo nada que perder en esta vida, al morir se que nada me llevaré conmigo y que lo que hoy tengo se lo quedarán otros.  

Yo solo disfruto la adrenalina, y aprovecho cada instante de mi vida con lo que más me gusta hacer, las mujeres, el alcohol y las peleas.  

Me encanta pelear y por eso participo en combates de Bare-knuckle boxing, hay un lugar al que asisto los sábados por las noches donde voy a tomar y pelear. Las mujeres me sobran cada día tengo una diferente en mi regazo con la que tengo sexo salvaje ya sea en cualquier lugar que la calentura me lo permita.  

Soy un hombre que disfruta del sexo duro y sin contemplaciones, ya que me gusta el sexo y no me gusta repetirlo con la misma mujer, ya que después se encaprichan y quieren esas mierdas de amor y relaciones.  

No soy de esos que te hablan bonito al oído para conquistarte, mi objetivo es llevármela a la cama y listo, si se da que bueno y si no ella se lo pierde, no me gusta rogar y mucho menos le rogaré a un polvo de una noche. Nunca las obligó si quieren las haré felices toda la noche complaciéndose solo en la cama.  

Las chicas que contrabando son para mis hombres que trabajan para mí, al ser elegidas ellas tienen que cumplir con su trabajo, en cambio para mí no es necesario obligarlas, solitas vienen así a mí.  

Y hablando de mujeres, la chica sobrecargo ya tiene tiempo ofreciéndose, esta para comerse esa preciosa rubia, pero como no meto con el personal que trabaja para mí, y más si son buenas en su trabajo, ya que si lo hago tendré que despedirla. Así que solo la ignoró, pero creo que mi debilidad por las mujeres me hará caer un día de estos, y perderé a una muy buena empleada. Bueno nadie es indispensable en este mundo.  

Iván despierta después de dos horas, pide agua ya que la boca la tiene muy seca.  

—¡Mierda! Que susto me sacaste —le digo cuando vuelve su vista a mí. —No vuelvas hacer eso, porque si no te matan ellos lo haré yo, por idiota.  

—Gracias.. por la bienvenida —responde con dificultad, agotado y me sonríe.  

—No seas nena —le doy un leve puño en su pierna, ya que su herida está en su abdomen.  

—¿Y por qué sigues sin camisa? —me pregunta, no me había dado cuenta que seguía desnudo de la cintura para arriba —Si lo hiciste para seducir al personal de médicos, y me atendieran más rápido, te aseguro que tu plan funcionó.  

—Sabes que no necesito de esas estrategias para seducir a una mujer, solitas caen con mirarlas. —curvé mi labio con una sonrisa.  

—Eres un idiota engreído —gruñe.  

—Si, un idiota engreído con suerte para atraer al sexo femenino    —le guiño el ojo.  

—Ni que me lo digas, ya te has de ver dado cuenta como traes a esa azafata detrás de ti —hace un movimiento con la cabeza hacia la cabina donde entró la mujer —Pobre chica, ya hazle caso. Al diablo nunca se le escapa ninguna presa.  

—Sabes lo que pienso del personal —le respondo.  

—Pero si solo será un polvo y listo, no le vas a pedir matrimonio.  

—Ese es el detalle, que creen que una vez ya estando con ellas ya les pediré casarse contigo. —resopló cuando mi celular vibró en mi bolsillo del pantalón, (¡demonios!) Primero tengo que conseguir una camisa.  

Deslizó la pantalla para tomar la llamada, es Leo. Me pone al tanto de unos asuntos financieros de negocios que tengo en Nueva York, la matriz de mi empresa en ese país y otros asuntos de la organización DM, así es nombrada la asociación que mi padre formó en su tiempo y que yo mismo he sabido conservar estos ocho años.  

Tenía 21 años cuando comencé a encargarme de la asociación, ya que mi padre había muerto, no me quedó de otra más que tomar se lugar.

Yo ya llevaba años de preparación para cuando llegara el día, desde que comencé mi adolescencia me enseñó a usar las armas y a pelear, eso ya lo sabía desde mi niñez ya que siempre me peleaba en el colegio con otros compañeros, lo traigo en la sangre. Mi madre vivía siempre preocupada por mí, pero estaba consciente de que ese era mi futuro ya que se había casado con el rey de la mafia italiana y su hijo sería el único heredero.  

Mis padres no tuvieron más hijos, ya que mi padre dijo que no quería un destino para mí como el suyo. Él siempre tuvo rivalidad con su hermano menor porque mi abuelo dejó a cargo a su mayor hijo, en todo, y quedo como la cabeza de la mafia italiana, mi tío nunca estuvo conforme con lo que su padre dictó, por eso siempre lo odio, siempre hubo enemistad con él y su hijo Bruno, mi primo es menor que yo pero aún así es bueno también en las peleas y usando un arma, lo apodan el cuervo. A pesar de que son mi sangre no me tiento el corazón para regresarles el golpe cuando ellos me atacan.  

Varias veces he competido con él en peleas y siempre le gana, aún le falta pulirse. Pero como no es mi asunto yo le parto toda su estúpida cara. Se lo merece por meterse conmigo. Referente a los negocios ya nos han jugado varias veces mal, como mi tío Giorgio está a cargo de una parte que el abuelo le dejó, hacer cualquier cosa para sacarme del camino, pero con lo que no cuenta es que yo ya conozco todas sus maniobras.  

No confío en nadie, solo los que están a mi lado que son contados con una sola mano, son los únicos.  

—¿Quién era? —pregunta mi amigo.  

—Era Leo. Es necesario que viaje urgente a Nueva York.  

—¿Fallas?  

—Algo así —gruño —Esta vez tendré que ir solo.  

—Estás loco, sabes bien que no puedes ir solo, alguien    de nosotros te tiene que acompañar —me ve molesto.  

—Tengo que hacerlo, no te estoy pidiendo permiso —ahora lo veo yo molesto —Además no tengo de otra forma, Leo y Enzo están ocupados con unos asuntos en Italia. No me pueden acompañar.  

—Entonces iré.  

—Creo que el loco es otro, te acaban de disparar y quieres ir a trabajar —lo fulminó con mi mirada —Cuando lleguemos a Italia,    tú te quedarás y yo me iré.  

—No exageres solo fue un roce, ya dije que yo iré contigo.  

—Y yo acabó de decir que NO, ¿piensas desobedecer mis órdenes?  

—Diablo, es mi deber cubrir tu espalda, es mi trabajo y mi lealtad como amigo.  

—Sí pero no estás en condiciones, además así no me sirves de nada, solo estorbamos —le digo de esa manera para que no insista, él nunca me estorbaba.  

—Tienes razón en cierta parte, no quiero que cargues conmigo, mi trabajo es cuidar tu espalda —gruñe molesto, se que está enojado consigo mismo —Tan siquiera lleva a los mejores hombres contigo, no puedes quedarte desprotegido.  

—Iván, no me trates como un idiota que no sabe cuidarse y defenderse, a pesar de que eres el mejor sicario del continente Europeo y América, yo soy muy bueno con los puños como tu eres con las armas, con ellos ya he matado a varios. No sé si lo recuerdas.  

—Tú lo has dicho, con los puños —me sonríe.  

—También soy muy bueno con las armas, solo que no me gusta presumir, sino te quitaría el título que llevas como uno de los mejores asesinos —le hice un guiño, y se le borró su estúpida sonrisa de la cara. Me carcajeó mientras él me miraba molesto.  

Ahora tendría que ir al continente de América para viajar a Nueva York, ya que tenía asuntos más importantes que resolver, pero esta vez sin mi gente más confiable. Solo llevaré conmigo a mi mejor guardaespaldas Franco, que siempre me sigue a todos lados, también su equipo que tiene muy bien entrenado y equipado.

Capitulo 3/New York

DANTE

— Dante no puedes viajar ahora, no puedes dejar a cargo a otros, es más necesario que te quedes en Italia, las cosas se pueden llegar a complicar con los rusos, e Iván no está en condiciones para relevarte.

— ¿Crees que me importa lo complicada que estén las cosas? Me conoces y sabes que no te haré caso, quieras o no, tengo que estar allí. Es mi deber, los negocios están teniendo problemas de nuevo y esta vez tu solo no podrás con ello. No puedo quedarme cruzado de brazos. — Giré mi mirada a la ventanilla, iba en el avión ya había llegado a Italia para que Iván pudiera bajar. Pero al parecer a Edgardo no le gustaba que me fuera del país — Tú tendrás derecho a muchas cosas, pero a decirme lo que tengo que hacer, no.

Corte la llama sin escucharlo más, se que se preocupaba por la organización y las empresas, pero esta vez ocupaba ayuda, ya que normalmente siempre él hacía todo solo. El controlaba los negocios empresariales y yo la organización, lo mío casi nunca fue el negocio de empresas, llevaba en mí sangre más el peligro. Iván y yo estábamos encargados de controlar el ochenta por ciento de la droga que se consumía en todo Europa y América. La mayoría de la mercancía que distribuíamos nos llegaba desde el sureste del país, y luego era distribuida en dos continentes más; uno de ellos era donde habíamos tenido conflicto por una emboscada de los otros rusos enemigos, con los que no estábamos asociados.

Resulta que una parte de Rusia esta dividido en dos organizaciones, el aliado y el enemigo. La otra parte del país no está vinculada con nuestra organización y para ellos significa una ofensa al tomar su territorio. Así se aplica en todas las organizaciones del mundo, nadie tiene permitido tocar tu territorio al menos de que quieras guerra. Pero como esas dos organizaciones ocupan un país juntos, ese es el arriesgo que uno corre al unirse a una de ellas.

Llevamos varios meses peleando por el control de toda droga en Rusia, pero los rusos no entienden que con la mafia italiana nadie se mete y menos con el Diavolo, y mucho menos viven para contarlo.

Edgardo estaba al tanto de todo, sabía a quien nos enfrentábamos, pero este era nuestro negocio, la vida que habían elegido, en mi caso era la que me había tocado y la que ahora me gustaba llevar.

Desde que mataron a mi padre así había sido, pero por mi valor y astucia me había convertido en el Diablo de Italia. Era un legado que mi viejo dejo para mí y así había sido de generación en generación, siempre me decía que yo algún día tenía que seguirla y mí hijo también. Solo que hay lo decepcionaría ya que yo no pensaba en tener uno.

Llegue a América, a la ciudad de Nueva York, de noche. Cuando viajaba prefería hacerlo de noche, y más si era para asuntos de la organización, era una forma de prepararme, por si tenía que cargarme al enemigo.

— Primero iremos a la empresa — le avise a Franco cuando lo vi bajar. Tenía un grupo de hombres bien entrenado y capacitado, para seguir todas mis órdenes, y los que cuidaban todo el tiempo mi espalda.

Pero de todos ellos solo en Franco era en quién confiaba, él se encargaba de controlar a los demás, era el jefe del escuadrón. Se que era muy temprano pero tenía que ponerme al tanto de muchas cosas, era de madrugada y faltaban casi dos horas para que saliera el sol.

— Todo en orden señor —anuncio Franco —Cuándo usted lo ordené. — dijo, exactamente lo que quería escuchar, porque así me gustaba que todo estuviera en orden, no me gustaba llevarme una sorpresa.

Asentí, y nos encaminamos a los autos que estaban esperándonos cerca de la pista. La llegada a la empresa nos llevó como menos de treinta minutos.

Me encontraba ya en mi despacho, en el último piso del rascacielos, esta era la matriz de mis empresas en América. Era el puto Rey de este continente también, donde controlaba un imperio de empresas que servían para tapar todos mis negocios sucios.

Al ver llegar a Edgardo me giró para verlo y darle un caluroso abrazo. Él es como un padre para mí, desde que murió mi viejo él se convirtió en uno ya que comenzó a protegerme más y preocuparse por todo lo que hacía. Sabe que no me gusta que me quieran controlar, y rara vez le obedezco, aunque se que en muchas cosas tiene la razón.

— Bienvenido, hijo — me da unas palmadas en la espalda. Jamás me molestó que me llamara así, se que me considera casi igual que Iván, y estaba agradecido por ello. — Me da gusto tenerte vuelta aquí, aunque la mayor parte siempre me desobedezcas.

— Y sabes bien que así seguirá siendo. — respondo —¿Cómo haz estado?

Me enteré por Iván que no había estado bien de salud ya que él está enfermo del corazón desde hace varios años, en cierta parte por eso se retiró de la organización y decidimos que lo mejor sería que se hiciera cargo de las empresas y todo los negocios administrativos, aparte que necesitaba de su ayuda por este lado.

— Por mi salud no te preocupes, estoy bien.

Lo miré y vi algo de cansancio en su mirada, tendré que dale unos días de descanso mientras estoy aquí. Pero primero me tendrá que informar todo lo relacionado con los problemas que está teniendo esta empresa. Veo a Franco y algunos de los hombres que se encargan de nuestra protección y me acerco al bar que tengo en mi despacho. Se que es muy temprano para beber, pero me importaba una mierda eso, y lo mas seguro era que no tardaría Edgardo en reprenderme, cómo si fuera un estúpido adolescente.

Me serví un whisky escocés, y me giré para verlo nuevamente.

— Dante… tienes que cuidarte, no te hace bien tomar tan temprano y a todas horas. Esa adicción por el alcohol te va acabar. — dijo preocupado.

Lo sabía.

— Se lo que hago, además no se si lo has notado pero llevo más de dos años que tomo sin embriagarme, solo tomo un par de tragos al día. Me sirve para relajarme, y funciona, es como una dosis que mi cuerpo necesita.

Llego al sofá que se encuentra en una sala que tenía en mi despacho y me siento en el, mientras meneo mi vaso en mi mano para remover la bebida. Después hago un ademán con la mano para que se retire el equipo de seguridad. A mi señal todos salieron, por último con Franco cerrando la puerta.

Ya sentados en nuestros asientos Edgardo empezó a ponerme al día con todo lo sucedido en la empresa. Dejándome en claro todas las finanzas y las asociaciones de las cadenas empresariales que están aliadas con las nuestras. Todo eso nos llevará algo de tiempo, pero yo solo podía quedarme menos de dos semanas, un buen período para resolver varios asuntos. No era tan grave, teníamos una asociación con una compañía Rusa, que era de mucha ayuda. Tal vez él tuvo razón respecto a que el problema no era de suma importancia, pero no por eso iba a dejarlo solo, y menos ahora que no estaba bien de salud, aunque él dijera lo contrario.

Después de toda la información que me dio, decidimos comenzar a trabajar para ir avanzando ya que también no podía quedarme mucho tiempo y dejar a Leo y Enzo a cargo. No es porque no confiara en ellos, al contrario eran de las pocas personas en que confiaba, la inquietud era porque estaba con el pendiente del atraco que sucedió con los rusos. Algo me decía que en cualquier momento iban atacar, se que no habían sido nuestros aliados ya que tenía un vínculo muy cercano con uno de sus jefes y era imposible de que él me jugara chueco.

La semana pasó transcurriendo en solo resolver el problema de la empresa, ya me sentía agotado y aburrido de tantos archivos que habían pasado por mis manos y desea solo despejarme y distraerme un poco, que mejor que el sábado para hacer eso.

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El sábado por la tarde salí de mi despacho para irme directo al hotel en el que habitualmente acostumbraba a quedarme cuando venía, Edgardo me ofreció que me quedara con el en su apartamento pero rechacé su invitación, estaba acostumbrado a tener mi espacio y privacidad y más si pensaba traer alguna mujer y pasar el rato.

Él me conocía y por esa razón no se ofendió por mi rechazó a su invitación. Al igual el hotel era uno de mis propiedades y era como un hogar para mí.

Camino directo hacía mi habitación, con Franco detrás de mí y el equipo se queda abajo custodiado, ya que solo permito que mi guardaespaldas de confianza me acompañe hasta la puerta.

— Prepara el auto, en menos de diez minutos salimos —le informe, antes de entrar en la suite, en la que me quedaba.

— Sí señor…

Al momento que entro escucho mi teléfono emitiendo un pitido, miro la pantalla, es una llamada de Iván.

— ¿Qué tal van los asuntos? —es lo primero que pregunta cuando respondo su llamada.

— Todo bien, ya casi resueltos.

—Eso quiere decir que pronto regresarás —dijo, muy seguro.

—Quizás, hay que resolver también lo de los rusos.

—En eso ando ya, para eso te hablaba, el problema se hizo más grande aún.

—¿De qué demonios hablas? —pregunté en casi un grito.

—Qué el cartel ruso con el que estamos asociados ha dicho que no hemos cumplido con la mercancía acordada, y que en vista de nuestra falta de palabra, ya no hay acuerdo. —Iván estaba muy enfadado, era la primera vez que perdíamos un cargamento y una asociación dónde ambos lados salíamos favorecidos.

— ¡Maldición! —todo esto era por causa de la emboscada que nos habían hecho, habíamos perdido mercancía y lo más importante unos grandes socios — Aún no puedo regresar, así que enviaré a Franco para que te ayude.

— Cuando entenderás que ninguno de nosotros somos tú, aquí los sustitutos no valen nada.

— No los dejo a que me sustituyan, y a él lo enviaré para que vaya de recadero.

— Espero termines con los asuntos de la empresa y regreses lo más pronto posible. Te dejo, nos vemos luego. —colgó la llamada dejándome con la palabra en la boca. Estaba furioso, pero no más que yo.

No me podía enfadar con él porque sabía que tenía razón y se que estaba  molesto conmigo porque había venido a resolver asuntos que no eran tan graves como los que se encontraban en Italia. Volví al salón de la suite, ya listo y arreglado para salir, mientras llamaba a Franco para que me informara mejor la situación.

—Franco, dame toda la información de los rusos. ¿Y cómo es que Iván se enteró de ello?

— Han sido ellos, le hicieron saber al  mandar a uno de nuestros hombres golpeado y torturado, casi muerto. —responde.

—De acuerdo, venir para la suite para hablarlo bien.— respondí, dirigiéndome por mí arma para ver quién demonios estaba tocando la puerta. Me quedé tranquilo y guardé mi pistola, era Edgardo, creo que ya estaba al tanto del asunto.

— ¿Pasa algo? —digo al abrir la puerta.

—Y lo preguntas así tan a la ligera ―entra sin esperar a que lo invite a pasar —Si no me lo dice Iván ni me enteró. No porque ya no esté al cien por ciento en la organización significa que me puedas hacer a un lado.

—No en ningún momento he pensado así, yo me acabo de enterar también.

Su de enojo se fue suavizando cuando le respondí.

—Esta bien te creo, pero ni pienses que esta vez los dejaré solos con esto —cuando iba a replicar el habla de nuevo —No se pueden deshacer de mi así a la ligera, solo porque ya este viejo.

—No se trata de eso, tu salud es más importante, y debes descansar.

—Al carajo con mi salud, primero es la familia y los negocios, ya más adelante habrá tiempo para descansar, quizás cuando me muera se gira para volver a la puerta —Tengo que volver a la empresa solo vine para ponerte al tanto.

—Deja por hoy el trabajo, es sábado y lo mejor sería salir a distraerse un poco.

—Con todos esos problemas yo no tengo cabeza para ese tipo de cosas. Además ya estoy muy viejo para esos trotes, quizás a ti si te sirva y te estreses un poco.

—Vamos viejo, sé que quieres, voy a ir al club Dark Side, al que acostumbramos ir Iván y yo cuando estamos aquí. Se que te gustaría ver a Julie —le guiño un ojo.

Se que él y ella han tenido sus amoríos, pero de eso ya fue un tiempo atrás y el dejo de frecuentar ese lugar y solo su hijo y yo seguimos yendo, solo que ya tenía un largo tiempo que no iba. Es un sitio al que frecuentaba ir cuando me encontraba en Nueva York, pero como tenía muchos meses sin venir a América dejé de ir. Ahora solo quería para pasar el rato y olvidarme un poco de los problemas que se avecinaban, si mi amigo estuviera aquí me lo prohibiría, pero como yo no obedezco a nadie, iría de igual manera.

Quizás no es un prostíbulo como al que estaba pensando ir, aunque es los lugares que más frecuento en otros países cuando estoy de viaje. Pero ese club era bueno para ir a beber, y tener algo de compañía mientras recibió un oral por parte de alguna bailarina, si porque en ese lugar era lo que más hacían, bailar en una pasarela con tubo. A veces tomaba alguna que otra por fuera para llevarlas algún sitio y tener sexo con ellas, pero en muy pocas ocasiones.

Pero quizás solo por hoy me conforme con una compañía mientras ella hace su trabajo yo me bebo un whisky escocés, ya que el alcohol es mi bien para todos mis males.

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