Agustín Cavalcanti McDermott… este muchacho no se detiene a ver si usa falda, pantalón, si es bonita, fea, con lentes o brackets, porque en la noche eso no se distingue. Lo que importa es disfrutar la vida y disfrutar a las mujeres… hasta que encuentre a la que en verdad le caliente… el corazón, le caliente el corazón.
Aíne Cahill es una chica ordenada, metódica, que ha experimentado miles de “sensaciones” sólo con su imaginación y el amigo en el baño. Ella no cree que necesite a un hombre para sentir.
Hasta que un día, Agustín es descubierto por su madre con cuatro bellas chicas, lo castiga enviándolo a un lugar remoto de Irlanda para que aprenda a respetar a las mujeres y no se vuelva igual a su padre (aunque a sus 20 años ya le lleva más de la mitad). Allí conocerá a Aíne y aprenderá a respetar a las mujeres y a desear solo a una, a la misma que no puede tener… ¿o sí?
Capítulo 1
Camino por los pasillos de la universidad con las manos en los bolsillos, el frío de la mañana se hace sentir sin piedad, mientras que yo no quiero mirar adelante, con un claro problema entre las orejas, como diría mi abuelo.
De pronto, una voz chillona me llama a lo lejos y yo espero que no sea una de esas que quiere repetir, porque de verdad que no se me da la gana hacerlo.
-¡Agustín! – me paro, cierro los ojos y suspiro. Pero al voltearme se me paran todos los pensamientos -. ¡Hola! ¿Te acuerdas de mí? Nos conocimos en la fiestas de Gladys, hace dos semanas.
-¡Oh, sí! Tú eres la chica del closet, Juliana.
-Giovanna – me dice algo molesta. Juliana fue la que me rechazó hace dos días -. Quería saber si quieres salir esta noche, me invitaron a una fiesta y no me gusta ir sola.
-Lo siento, pero yo no voy acompañado a las fiestas, por ninguna chica. Creo que te lo dije.
-Sí, pero pensé que harías una excepción – se mueve coqueta y mi amigo salta emocionado dentro de mi pantalón -.
-No las hago, por más hermosas que sean las chicas que me tientan.
-Eres un patán.
-Lo que quieras, cariño, pero no repito ni salgo con mujeres, que lo pases bien – me giro para seguir mi camino, a ver si me encuentro a Alex, pero me volteo para preguntarle -. Giovanna, ¿dónde será la fiesta?
-En casa de “Bobby”, a las ocho, mañana hay exámenes.
-Gracias.
Sigo mi camino y ella me echa las mil maldiciones de las tóxicas. El que no quiera ir con ella, no significa que no quiera ir de todas maneras. Fiesta es fiesta y mujeres abundan en ellas.
Busco a Alex emocionado, porque él puede ayudarme a conseguir el permiso para salir. Si Alex va, entonces es un lugar decente, mi primo no se metería en cualquier antro o fiesta, según mis padres. Y no lo hace, usualmente se queda en el auto, para evitar encontrarse con las ex de Lorenzo, su gemelo que es casi tan promiscuo como yo.
Cerca del estacionamiento al fin me encuentro a Alex, que llega enfundado en su abrigo negro, con cuello alto y su sonrisa que derrite.
-Primo, buenos días – le digo feliz y le doy un abrazo, en verdad quiero mucho a mi primo -. Me invitaron a una fiesta, donde tendremos muchas chicas lindas disponibles, ¿vendrás para ver si encuentras una digna siquiera de unos toquecitos?
-¿Toquecitos? Agustín, deja de ver a las mujeres como objetos, por favor – sí, es en extremo moralista -.
-Y tú deja de verlas como estatuas, vamos Alex – le ruego como cuando le pedía que me ayudara a robar galletas de mi madre -, si no vienes conmigo, no me dejarán ir.
-No entiendo esa necedad de todos nuestros padres, “si Alex jr. no va, tú tampoco”. Ni que fuera un santo.
-Santo no, pero eres centrado y nuestros padres confían en ti – le sonrío para ver si logro convencerlo -.
-Mejor aprende a comportarte y gánate tú la confianza de tus padres.
-Vamos, viejo. En casa manda mi madre, si ella dice que no iré a ninguna parte, mi padre no puede debatir.
-Mi tío Luca es tremendo para los negocios, pero cuando mi tía Emily está cerca, lo perdemos – se ríe y comienza a caminar hacia el salón -.
-Y esa es la razón para que yo disfrute todo lo que pueda de las mujeres, porque estoy seguro que cuando aparezca la que me apriete el cinturón, pues ya habré muerto.
-No exageres, tus padres se aman.
-Mucho, esos dos son tremendos. Mi padre le prepara el desayuno, ella le prepara el baño, pasean de la mano, salen de compras juntos… me pregunto si yo encontraré a una mujer así.
Eso me sale del alma, porque una de las razones de estar con tantas chicas, es para eso, para encontrar a la indicada antes de los treinta, alguien que me ame y que me complete en el plano sexual, porque eso no lo tranzo y la principal razón de no repetir con una chica, es eso… que no me completa.
Llegamos a la sala y entramos juntos a clases. Alex y yo nos sentamos juntos y comenzamos a tomar nota como locos de lo que el profesor está explicando. Hasta que la luz se va y debe terminar la clase.
-Entonces vamos a la biblioteca – me dice Alex -. Mañana no tendré tiempo de buscarlos.
-Vamos.
Hablamos de muchas cosas, especialmente de las materias. Alex, por enésima vez, me pregunta si no quiero ser yo quien suceda a mi padre.
-Alex, no empieces. No quiero. Aceptar ese cargo sería ponerme un grillete, puedo ser tu asistente si quieres, pero yo no me haré responsable de Cavalcanti Moda.
-Tenía que intentarlo, no tienes idea de lo frustrante que es estar en medio de tres empresas, afortunadamente Ángello si quiere seguir a mi tío Gabriel, porque de otra manera, también me estarían mandando allá.
-Lo más probable es que José se quede con la fábrica de telas.
-O Alejandra, es ella la que está estudiando para eso.
-Ya, pero… ella tiene otros planes.
Antes de seguir hablando bajito en la biblioteca, miro hacia la zona de los cubículos unipersonales, donde veo a la chica misteriosa, a la que nadie le conoce el nombre o sabe en qué año va. Pero yo sí.
Le doy un codazo a Alex para que mire a la chica, que está de espalda a nosotros, con audífonos y un montón de libros.
-Ahí está la ermitaña, me dijeron que estudia medicina, pero siempre está sola. Sin amigos, sin novio, nada.
-No veo qué pueda tener de malo – dice Alex, casi sin prestar atención -, solo… no le gustan las distracciones, eso es todo.
-Pero viejo, es medicina. Esa carrera no la pasas solo.
-A menos que tengas la disciplina suficiente, ahora, concéntrate, o serás el próximo ermitaño de economía.
Le pongo mala cara, pero le hago caso. Aunque los demás se molesten con él, mi primo siempre tiene la razón, nada de lo que hace es por impulso. A veces me pregunto si le corre agua o sangre en las venas, pero al ver el amor que le tiene a Francesca, se me pasa.
Ojalá yo le diera el mismo amor a Liam o a Enya, tal vez así no me esconderías los zapatos cuando voy a salir.
Me sumerjo en el libro que tengo en frente, de vez en cuando tomo apuntes y marco con una banderita adhesiva las páginas a las que le sacaré copia para recortar y pegar en mi cuaderno. Hasta que Alex me habla.
-Oye, yo iré contigo a la fiesta– me dice sonriendo y yo quiero saltar de felicidad -, pero iremos solos y nos regresamos solos, nada de chicas esta noche.
-No seas aguafiestas – le ruego -.
-Eso o no voy – me levanta sus cejas y eso quiere decir que es su última palabra -.
-Supongo que me las puedo ingeniar para estar con una chica – me mira con la boca abierta -. Oye, es periodo de exámenes y necesito desestresarme.
-No tienes remedio, promiscuo.
Me río de sus palabras, vuelvo al libro un poco más, antes de tener que volver a clases. Al menos ya tengo la coartada perfecta para que me dejen salir, solo decir el nombre de Alex me asegura el permiso.
Mientras vamos a la sala, comienzo a pensar en qué me pondré a la noche y dónde voy a terminar con la elegida de hoy.
Una habitación, un closet, la piscina o el baño… hay tantos lugares más que no he probado, que puede ser no me decida con facilidad.
Capítulo 2
Me aplico un poco de perfume, uno ideal para llamar la atención de las chicas. Me veo al espejo y sonrío, pero no llega hasta los ojos, porque me sigo preguntando si encontraré alguna vez una mujer que me ame, sin necesidad de sexo de por medio.
-Algún día, Agustín. Por ahora, hay que disfrutar antes de que nos cacen.
Alex me envía un mensaje diciendo que espera por mí, tengo la fortuna de ir con él a todos lados, darme mis gustitos y beber un poquito, aprovechando que siempre él es el conductor designado, no le gusta el alcohol… a veces pienso que mi primo tiene un problema, porque no le gustan las chicas, el alcohol, las fiestas, es que nació viejo en lugar de bebé.
Me despido de mi hermanita, Enya es la niña de mis ojos y no hay nada que no haría por ella. Me subo al auto de Alex y veo la gaseosa que siempre carga en las fiestas.
-Hola, primito, gracias por hacer esto.
-No te emociones – dice saliendo a la avenida con rumbo al reventón -, esta es la última fiesta del mes.
-¡No seas aguafiestas!
-Agustín, los exámenes – me dice serio, con voz grave -. Aunque no quieras tomar las riendas de la empresa, no quiere decir que serás mediocre.
-Para eso te tengo a ti, tú serás mi jefe y yo te haré caso en todo.
Suspira con cansancio, se vuelve a meter en el camino, mientras yo respondo algunos mensajes.
Al llegar a la fiesta, nos bajamos del auto y vemos que hay decenas de personas. Alex pone su cara de agrio, mientras que yo comienzo a bailar antes de poner un pie dentro.
-Vamos, no te enojes, dale alegría a tu cuerpo, primo Alex.
Él se ríe y veo que cambia de actitud un poco, una chica pasa por mi lado contoneando las caderas y se me olvida que vengo con mi primo.
La chica me lleva a la zona de la terraza, donde no hay tanta gente. Comenzamos a movernos al ritmo de la música, ella se contonea provocando un montón de sensaciones, pero no una que me vuelva loco, que me haga desearla hasta quemarme.
La música se pone más caliente y ella no se contiene, se acerca más a mi cuerpo, me besa con exigencia, mis manos van a su cadera, luego van a sus nalgas y las masajeo con el afán de subir de tono los movimientos de la chica.
Ella se cuelga de mi cuello, levanta un pierna y pega su pelvis a mí, da un respingo cuando siente mi erección, me mira y yo le sonrío con suficiencia. Estamos totalmente metidos en eso, cuando Alex llega a mi lado bastante molesto.
Seguro volvieron a confundirlo con Lorenzo.
-Te espero en el auto, te doy dos horas más, si no llegas en ese tiempo, me voy sin ti.
-Aburrido, pero está bien.
Se va como si mil demonios lo persiguieran. Vuelvo mi atención a la chica y ella pasa su dedo índice por los botones de mi camisa, me obliga a bajar para que la oiga.
-Conozco un lugar donde podemos bailar mejor.
Se aparta, me guiña un ojo y comienza a caminar, conmigo de su mano. Pasamos por el lado de la piscina y llegamos a unos vestidores, lejos de lo que se puede creer, es bastante amplia, tiene una silla acolchada para quien viene a cambiarse y ella me lanza allí.
Se sienta a horcajadas y comienza a moverse, al ritmo de la música que llega más suave.
-Este baile es solo para ti, cariño.
Abre los botones de su blusa uno por uno, sin dejar de mirar y de frotar su humanidad sobre mi erección. Luego se pone de pie y hace lo mismo con su pantalón. Se lo baja sin dejar de moverse, se muerde el labio inferior, sus manos suben por sus muslos hasta sus pechos y se acerca a mí.
Sus manos van hasta mi bragueta, con un movimiento sutil saca mi miembro y se pasa la lengua por la boca.
-Mmm… parece una rica paleta extra grande.
Se arrodilla, se lo lleva a la boca y yo echo la cabeza atrás, cierro los ojos y me dejo hacer.
Mis caderas se mueven sin que yo lo ordene, esta sensación es deliciosa. Son muy pocas las mujeres que acceden a hacer una felación de la nada, y muchas menos las que lo hacen bien. Ella se aparta y hace el amago de sentarse sobre mi erección, pero la detengo para ponerme un preservativo.
Una vez listo, ella se penetra de una vez, provocando un gemido en los dos, mis manos van a sus caderas para subirla y bajarla, casi con rabia. Como si ella fuera la culpable de que no encuentre a esa mujer especial.
Grita como posesa, mientras mi boca a uno de sus pechos y lo martirizo sobre la tela del brasier, ella lo baja y me da acceso a sus rosados pezones. El ritmo es despiadado, sus paredes me aprietan y ella se deja ir. Tres estocadas más y yo también lo hago.
Ella se sale, puedo ver sus piernas temblar, pero como su hubiese sido un mero trámite, se viste y luego me sonríe.
-Definitivamente, eso que traes lo sabes usar muy bien – dice abotonando su blusa -. Pero yo no soy de las que repiten.
-Yo tampoco.
-Perfecto, fue un placer… chico del monstruo entre las piernas.
Sale de la caseta, yo veo la hora y decido que por hoy no más baile. Ya me desahogué lo suficiente para enfrentar los exámenes de la semana.
Camino hasta el auto, donde veo a Alex pegado a un libro, ruedo los ojos y me río, mi primo no tiene remedio. Golpeo la ventanilla con suavidad, él abre la puerta y me meto en completo silencio. Me lleva a casa, me despido de mi primo y al entrar mi madre me espera, aunque está sentada frente a la laptop, sé que es por mí.
-Mamita, vaya a dormir – le digo besando su frente -.
-El trabajo no espera, Agustín, y las responsabilidades tampoco – me dice con una mirada penetrante -.
Emily McDermott es una mujer única, fuerte, valiente, directa, llena de mucho amor por su familia, pero no perdona fácilmente las metidas de pata.
-Yo me voy a dormir, desde mañana empiezan los exámenes y no habrá fiestas hasta después de ellos, lo prometo.
Suena a una buena iniciativa de mi parte, que la hace sonreír. Pero lo que ni de loco le digo es el por qué de la decisión, Alex me acaba de ayudar con unos cuantos puntos para después.
Subo a mi habitación, me quito la ropa quedando solo en bóxer, me lavo los dientes y me meto a la ducha. Luego salgo y me acuesto así tal cual, con toda mi humanidad al descubierto porque odio los pijamas.
Miro el techo, pensando en esa mujer que no tiene rostro ni voz, pero que hace que mi pecho salte de emoción de solo imaginar que será mi compañera por el resto de mi vida.
Capítulo 3
Por enésima vez vuelvo a bostezar, afortunadamente estoy detrás del escenario manejando las presentaciones y no adelante, como Alex.
Estas conferencias son agotadoras, no te dejan ni respirar. Pero al menos aquí puedo distraerme un poco con el teléfono y bromear con quienes se encargan de las otras áreas.
“Siguiente”
Cambio la diapositiva y sigo con mi juego de Candy Crush, veo que mi madre está treinta niveles delante de mí y yo estoy pegado en este desde hace una semana. Pensaba que ella hacia trampa, comprando ayuda para el juego, pero mi padre me dijo que no, él es quien revisa los estados de cuenta de las tarjetas y mi madre está limpia.
“Siguiente”
-Oye, Agustín – me dice uno de los chicos de primer año -. ¿Irás a la fiesta de esta noche?
-No, los exámenes todavía no terminan – le digo de mala gana -.
-Va a estar buenísima, se consiguieron un dj, pero de esos de verdad.
-Bueno, que la disfrutes.
-Es mejor que no vaya – dice uno de mis compañeros -. No te dejará mujeres para disfrutar.
Todos se ríen, voy a discutir, pero escucho el “siguiente” y respiro.
Entro a las redes sociales, veo en Instagram a mi tía Deidre con mi tío Liam sonriendo, mostrando una casa que se compraron a las afueras de la ciudad donde viven. En otra, mi primo Connor muestra la vaca que tienen en el lugar como si le fuese a dar un beso, y en la siguiente se ve a la vaca pasarle la lengua en la cara.
Suelto una carcajada, uno de los profesores que está allí me mira feo. Le pido disculpas y le escribo a mi primo para burlarme de él. Me responde con un par de emojis bastante groseros y dejo el teléfono de lado porque las presentaciones de la mañana han terminado. Veo salir a Alex apurado, como si algo se le hubiera perdido y sale del auditorio corriendo.
No puedo seguirlo, porque debo guardar algunas cosas y dejar todo listo para la tarde. Cuando lo estoy listo, voy por mi primo.
Me lo encuentro pegado en el cuerpo de la chica solitaria de medicina, me sonrío porque esto es algo realmente nuevo para mí.
-Mirando a la chica solitaria, ¿eh? – le digo con tono de burla -.
-¿Quién? – me pregunta bastante confundido, no se ha dado cuenta de quién es -.
-La chica solitaria, la que vimos el otro día en la biblioteca. Ella siempre está sola, ¿recuerdas?
-Pero ya no más – me dice con un brillo especial en sus ojos que me alegra -, me tendrá a mí para acompañarla.
-Wow, en serio esto es un milagro, al fin una chica que le interesa a Alex Castelli – digo con dramatismo, él rueda los ojos, pero sonriendo -. Esto hay que celebrarlo, con unas papas fritas y un jugo de fresa, yo invito, vamos.
Caminamos al casino, le cuento de las cosas aburridas que hice tras el escenario, de la fiesta que me perderé donde seguro habrá muchas chicas de primer año que no conocen mi fama. Pedidos el almuerzo, el favorito de mi primo y nos sentamos en una mesa algo alejada de la entrada.
Alex está como en otro mundo, totalmente ido de nuestra realidad. Hasta que, cuando le estoy hablando de las hermosas chicas que pasan por nuestro lado, suspira y me dice.
-Es ella – dice embobado y yo miro a todos lados -.
-¿Quién? – sin saber a qué chica se refiere -.
-Aurora, la chica solitaria, ella es la mujer de mi vida.
-Te pegaste en la cabeza o la exposición te fundió el cerebro – le digo totalmente sorprendido -.
-No, Agustín, es ella. He conocido a muchas chicas, algunas hasta me han besado, pero ella es la única que se me ha quedado grabada.
-Estás loco… no puedes decir eso, ¿sabes algo más de ella que lo académico?
-Soy el primer chico con el que habla en toda su vida.
-Eso es imposible…
-Nos considera una distracción, le importan las causas sociales, tiene su propio guardaespaldas y no como aquí porque hay demasiada gente.
-No me digas que te ena…
-Creo que me enamoré – me doy un manotazo en la cara, aunque me duele, es más la frustración de ver a mi primo así -.
-Mejor cómete las papas, antes que se enfríen. Luego nos vamos al auditorio y me sigues contando de lo que te gustaría hacer a esa chica.
-Nada antes del matrimonio – me dice muy serio y yo me espanto -.
-Matrimonio… ¿matrimonio? ¡Estás loco!
-Es ella, Agustín – me mira sonriendo y coge el tenedor, pinchando varias papas -. Cuando encuentres a la tuya, me vas a entender.
-Si es que la encuentro, bro…
Él sonríe como bobo, cambio el tema y comenzamos a repasar mentalmente las materias de los próximos exámenes. Alex tiene esa capacidad de concentrarse en lo que hace, sin importar el tema que estuviese hablando antes, pero yo no soy capaz de dejar de lado su aseveración. A penas a conocido a una chica y ya se quiere casar con ella.
Está demente.
“Cuando encuentres la tuya, me vas a entender”
Esas palabras resuenan en mi cabeza como tambor.
-Alex – lo detengo a media charla de los que son los valores de no sé qué -. ¿Cómo estás tan seguro que es ella la mujer de tu vida?
-Porque mi cuerpo completo reaccionó a ella – me mira feo cuando le pongo mi cara pícara -. No me refiero a eso, fue por inercia. La vi caer y solo me lancé para protegerla, todo yo quiso evitar ese golpe. Solo quiero estar con ella en este momento, escucharla, abrazarla, besarla… siento como una desesperación… no sé, es extraño.
Asiento en silencio y me como las últimas papas de mi bandeja, pensando si me pasará lo mismo que a Alex cuando encuentre a la mujer de mi vida.
Mi padre me contó la manera en que conoció a mi madre y que casi de inmediato ella le interesó, que se esforzó por cambiar para estar con ella, fue un proceso largo, pero lo consiguió.
Alex me dice que ya es hora de irnos, nos ponemos de pie, botamos las bandejas y salimos al baño, donde nos lavamos los dientes. Luego caminamos al auditorio, riendo de los maestros que corren a todos lados, porque son peores que nosotros. Algunos de ellos prepararon sus presentaciones a última hora.
Mi primo vuelve a su lugar, feliz de poder ver a su chica solitaria, mientras que yo me quedo pensativo acerca de lo que puede ser mi vida.
Solo o acompañado.
“Eres muy joven todavía para preocuparte por eso, vive la vida”
-Y ni con eso me siento pleno – me digo en un susurro -.