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SINOPSIS
Gálata Ferrari, es una mujer que lleva ocho años de matrimonio con Mateo Sebastini, el hombre a quien ama desde que tiene uso de razón, a quien le ha dedicado su vida entera y por cuya causa dejó a un lado todas sus metas. Con un niño de tres años y un embarazo, piensa que su vida es como siempre la soñó, hasta que escucha una conversación de su esposo con su mejor amigo, dónde le cuenta que se casó con ella por despecho, al pensar que la mujer a quien verdaderamente amaba lo había traicionado. Sin embargo, esta regresa y con ello la felicidad sentida por Gálata se derrumba cuál si fuera un castillo de naipes, pues él se da cuenta que aún continúa enamorado de su exnovia. Mateo se encuentra entre el amor y el deber, cree terminar escogiendo el amor, no obstante, luego se da cuenta de sus verdaderos sentimientos, pero ya es muy tarde y el divorcio ya ha sido firmado ¿Qué hará Mateo para reconquistar a su verdadero amor? ¿Volverá Gálata con él o se dedicará a lograr todas las metas que había dejado en el olvido?
Prefacio.
Mateo pasaba sus manos por la cabeza en un gesto de frustración, mientras conversaba con su amigo Leandro.
—Sabes las razones por las cuales me casé con Gálata, fue por despecho. Porque creí que Elena me había engañado con otro hombre y en ese momento solo quería sacarla de mi mente y mi corazón, pero ahora que ha vuelto, que nos hemos escrito, hablado por teléfono y hemos aclarado muchos malentendidos, me he dado cuenta que nada ha cambiado entre nosotros.
» Sospecho que sigo amándola, necesito verla para saber la verdad y ver si mis sentimientos por ella siguen siendo como el primer día cuando la conocí hace más de diez años —calló por un momento mientras se quedaba pensativo—, en realidad, nunca he podido sacarla de mi mente, siempre la recuerdo y estoy tan ansioso por tenerla de nuevo frente a mi —respondió sintiéndose miserable por su comportamiento, sin embargo, no podía mand@r en su corazón y obligarse a amar a otra persona.
—¿Qué harás frente a tus sentimientos? Y si efectivamente descubres que es a ella a quien amas ¿Qué vas a hacer con esa verdad? —preguntó uno de sus mejores amigos.
Mateo pareció pensarlo por un largo momento, antes de responder.
—Realmente no lo sé, no puedo dejar a Galata, menos ahora, tenemos un hijo y ¡Está embarazada! Sería cruel de mi parte hacerle esto a mi familia —expresó sin ocultar su tristeza—. Debo resignarme, al parecer no todos nacimos para ser felices.
—No puedes hacer eso. ¿Cómo vas a atarte a ella por los hijos, si no la amas? No es tu culpa, tú no decides a quien amar. Tienes derecho a buscar tu felicidad, si Elena te ama y tú a ella, debes ser valiente y confesarle la verdad a Gálata.
Galata se sintió mareada, ya había escuchado lo suficiente, se tapó la boca con las manos, ahogando un sollozó, al mismo tiempo que sentía su corazón romperse al escuchar las palabras de su marido. y sin poder evitarlo recordó como su historia con Mateo había comenzado.
Nueve años antes
«—Paula, ¿Estás viendo lo hermoso que es? Es demasiado varonil, elegante, serio, me encanta, es el amor de mi vida, cuando apenas cumpla mi mayoría de edad le confesaré mis sentimientos y nos casaremos —suspiró Gálata enamorada, sintiendo el corazón palpitando con fuerza en su pecho.
Su amiga la miró con tristeza, porque ella también amaba a Mateo, desde la primera vez que lo vio, hacía tres años, apuesto, elegante, con esos cabellos dorados como el trigo, los ojos verdes como la aceituna, su nariz griega, con unas largas pestañas que resaltaban más sus ojos. 
—¡Paula! —exclamó Gálata dándole un fuerte golpe a su amiga —. Tierra llamando a Paula. No me digas que no te parece apuesto mi Matiu —preguntó con una mezcla de sorpresa e ilusión. 
Paula la miró con un poco de vergüenza y asíntió.
—Si amiga, es muy lindo tu Matiu, siempre te lo he dicho —pronunció con aparente tranquilidad.
No obstante, se sentía como una traidora, con el solo hecho de sentir atracción por el joven, debía buscar la manera de mantenerse alejada de Matteo, porque nunca haría nada que dañará su amistad con Gálata, era la única amiga que había logrado hacer y con la cual su padre le había permitido relacionarse desde que tenía catorce años y ya cuando el tiempo pasó, que Martina había llegado a formar parte de sus vidas, ya era demasiado tímida para intentar hacer otras amigas, aparte ninguna podía compararse con su amiga del alma..
—Ven acerquémonos a dónde están ellos, quiero verlo más de cerca —propuso Gálatas sacando a la otra chica de su ensimismamiento.
Las dos se acercaron lentamente a la parte del jardín donde estaban sentados los mayores conversando, sin embargo, las dos se detuvieron justo cuando llegó una mujer hermosa, rubia, con unas curvas bien proporcionadas, vestida con un enterizo negro que se ajustaba a las perfectas curvas de la chica, lo cual les causó malestar a las dos. 
Vieron como Matteo la tomó de la mano y la besó de forma apasionada con una sonrisa, luego se apartó acarició su rostro y le dió un beso en su nariz. Gálata sintió su corazón encogerse en su pecho, el aire le faltaba, tenía la impresión de que sus pulmones no tenían suficiente oxígeno, las lágrimas rodaron por su rostro, incluso hubiese caído al suelo si su amiga Paula, no la hubiese sostenido.
Aunque ella también estaba con el corazón roto, pues le dolía ver a Mateo con otra mujer, sabía que el dolor de su mejor amiga era mayor, pues ella lo llevaba en su corazón desde muy temprana edad.
—Vamos Gálata, mejor salgamos de aquí,  vayamos a mi casa a jugar con los trillizos, eso siempre nos hace sentir bien —la joven asíntió dejándose llevar por su amiga, se sentía como una muerta en vida, como si de repente su mundo se le hubiese derrumbado encima.
Cuando estaban dirigiéndose a tomar el auto, apareció su padre, pero ellas estaban tan afectadas por lo que acababa de suceder, que no se dieron cuenta de su presencia, sino cuando el hombre se paró frente a ellas.
—¿Qué sucede Gálata? ¿Por qué estás llorando? ¿Quién te hizo daño?—indagó, sin poder ocultar su expresión de enfado.
—Nadie me ha hecho daño papá —señaló limpiándose las lágrimas que habían comenzado a rodar por sus ojos sin que se diera cuenta—. Solo he sido yo, he puesto mis expectativas más allá de mis posibilidades y es doloroso darse cuenta de eso.»
*****
Volvió al presente y se dió cuenta cuan vigente estaban sus palabras y con cuánta claridad había visto la verdad cuando solo era una joven de diecisiete años, luego se dejó deslumbrar por lo que siempre quiso y allí estaba de casi veintiséis años, con un bebé de tres años y otro en camino, recibiendo el golpe más grande que una mujer enamorada podía recibir, descubrir que su marido, con quién has estado viviendo por casi ocho años, ama a otro y solo se casó contigo para olvidarse de su amor de juventud.

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