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AMA-DOS

Hay amores que no se van, amores que llegan como magníficas tormentas, te arrastran, te seducen, y cuando el mar por fin ha quedado en calma te das cuenta de que debes desterrarlos… desterrarlos no, matarlos, si es que quieres sobrevivir.

Esta es la historia de una de esas tormentas: la brisa que la precedió, la ventisca que desataron sus traiciones, el silencio en que se ahogó por fin.

Esta podría ser la guía de un amor asesinado, porque las tempestades son un milagro erótico y oscuro que ninguna mujer quiere compartir.

AMADOS DOS

Esta soy

No nací para anécdotas preciosas

al  cauce de los ritmos cotidianos,

para el buen ejercicio de lo humano,

ni para las respuestas decorosas.

Débil para los daños por apego,

fuerte por obligada rebeldía,

tierna por especiales simpatías,

brutal por las verdades con que brego.

Temo a la huella en mi alma acorazada,

al olor emotivo de la almohada

al ardiente pesar de las traiciones.

Y aun así, fastidiada, me repito

que a la risa frugal de tus ojitos

se va mi corazón de vacaciones.

Estos somos

Apenas roce de los labios nuevos

bajo las auras puras de la tarde.

Apenas luces donde el frío arde.

Apenas verjas limitando juegos.

Apenas risas de la marca ajena,

de la tuya, y la mía, y nuestra marca.

Apenas horas que sumar al arca

de  cada martes que el placer estrena.

Apenas cruda tu palabra inerte

sobre esta muda fe de echar a suerte

nuestra necesidad de estar a solas.

Apenas este parque y estos niños,

y estos raptos triviales de cariño.

Apenas el temblor de una farola.

Este miedo

Bajo tus brazos tiemblo los mismos huracanes

que antaño doblegaron los muros de mi sexo,

deformados y grises y torvos y convexos,

que ni agradecen peces ni multiplican panes.

Entre tus férreas piernas he lanzado los dados

derrumbando estas ruinas de sus tristes cimientos,

cazándole finales felices a este cuento,

dando a luz a la espera de los desesperados.

Y a la vuelta del hombro se enciende tu mirada,

y es tu voz una risa de muerte desterrada

cortando estas cadenas de agónica memoria,

y es abismo, catarsis, suicida, resignada,

la cornisa y el frío y el rencor y la nada

y la historia y la fe… oh Dios… mi fe… mi historia…

Este Lazo

Con la sonrisa terca de los andantes viejos

sobre aquella victoria rota y descolorida,

voy pintándote barcos de plata en los espejos,

liberándote amarras, tallándote salidas.

Para las tejas blancas te cedo mis desiertos,

para los trigos altos te baño mis llanuras,

para los lazos firmes te inmortalizo muertos,

para la pena negra: dos besos de pintura.

No amenizo la almohada con calidez de estrella,

al este de tu pecho voy borrando mis huellas:

cantando los desiertos y segando los trigos.

Libre de mí te asalto para enhebrar tu sueño.

Para la cama esclava: los contratos sin dueño,

y para celebrarte, me despierto contigo.

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