María Cecilia consumía los diez kilómetros de pista con mucha facilidad, era una rutina diaria para ella realizar ese recorrido, vestida con su ropa deportiva resaltaba sus voluptuosas curvas, con su metro setenta de estatura, sus largas y torneadas piernas, ojos negros, cabello castaño y nariz respingona, no pasaba desapercibida en ningún lado, las miradas masculinas eran inevitable que se posaran en ella, pero María Cecilia ni se percataba, incluso una que otra fémina la miraban con envidia y ella ni pendiente que las miradas iban y venían.
Sin embargo, no siempre todo es lo que parece, a pesar de contar con una belleza extraordinaria, ser una chica muy inteligente y profesional con solo diecinueve años, si es cierto, muy joven, pero hacía un par de meses que había obtenido el título de abogada, luego de cuatro años de carrera ininterrumpida en la mejor universidad del país, la Universidad Pontificia de Venzual, donde se dedicó exclusivamente a su vida estudiantil, entre cursos de verano, cero salidas, ningún novio, nada de diversión, su único entretenimiento eran los estudios y una beca trabajo de recepcionista en las residencias de la universidad, que había encontrado para por su cuenta costear los gastos de manutención y no ser una carga para sus padre, aunque no lo necesitara porque ambos eran abogados, su padre era Juez de la corte penal y su madre era una de las mejores abogadas en materia civil del país, especialista en divorcios contenciosos. Me he desviado del tema, les contaba que las cosas no son siempre lo que parecen, a pesar de todas las cualidades y oportunidades con las cuales cuenta María Cecilia, en el fondo es una chica insegura, piensa que no es suficientemente buena para que un hombre pueda mantenerse interesada en ella y esa inseguridad propiciará en ella el surgimiento de otros defectos no tan buenos, ¡¿Qué estoy diciendo?! En realidad ningún defecto es bueno, pero por lo menos hay unos que se pueden tolerar más que otros ¿Qué tan insegura es? Bueno, ya lo descubrirán, incluso profesionalmente a veces se llena de inseguridades y se subestima en lo que es capaz de hacer, aunque deberá aprender a confiar en ella. Es inexplicable como esta niña puede dudar de sus capacidades, siendo que logró el mejor promedio de notas en su promoción, obteniendo una calificación de diecinueve como noventa y nueve, hubiese dicho veinte de una vez y evito expresar esos decimales; otra vez me salí del tema, prosigo, era de pocas amigas, sus amistades se podían contar con una sola mano y le sobraban dedos ¿Su pasión? Trotar y hacer ejercicios, creo que esta chica está un poco obsesionada con verse bien ¿Será producto de sus inseguridades? Realmente ni me había fijado en ese dato, pero no importa, tocará descubrirlo. Cuando corría los últimos metros de los kilómetros que conformaban su rutina, desvió su vista por unos segundo a un lado, por lo cual no se dio cuenta del chico que venía del lado contrario; ¡María Cecilia vas a colisionar con él! ¡No puedo ver! mejor me tapo los ojos, no, no puedo hacer eso, porque luego como les cuento lo que sucederá, ya estoy desvariando, es que este encuentro me puso nerviosa. Ambos chocaron y ella estaría tirada en el piso, si no es porque el apuesto chico la sostuvo del brazo, ¡Wow!, que hermosos ojos tiene ese hombre son como el color del chocolate derretido, esos brazos, esas piernas, esos muslos, cada músculo bien definido y proporcionado en los lugares exactos, esos pompis, ¡De locura! ¿Y esa sonrisa? ¡Me mata! ¡Dios! se elevó la temperatura unos grados en este lugar o es solo a mí que me ha dado fiebre ¿Ustedes no lo sienten? Oigamos lo que dicen.
— ¡Oh por Dios! Disculpe, no lo vi venir—se excusó ella. Aquí entre nos, es que yo así lo hubiese visto venir, me hago la desentendida y más rápido me estampo en su humanidad ¡¿Quién no lo haría?! —Disculpa aceptada señorita, aunque confieso que la vi venir, pero mantuve la esperanza hasta el último momento de que usted no me viera y colisionara conmigo y así poder conocernos—pronunció con voz de barítono. ¡Qué hermosa voz tiene! Y que chico tan rápido, si estuviese conduciendo un auto, ten la plena seguridad que lo retendrían por exceso de velocidad. María Cecilia se sonrojó ¿Y quién no? Con semejante espécimen. Quedó muda, las palabras se atragantaban en su garganta, sin embargo, la timidez no era parte de las características del chico —Como te has quedado sin palabras, me presentaré, me llaman Mauricio Alejandro Martin Fernández—manifestó el hombre extendiendo su mano hacia ella, con una sonrisa que develaron unos perfectos dientes blancos y bien alineados, la envidia de cualquier odontólogo para hacerse publicidad. Ella frunció el ceño, desconcertada por sus palabras—Claro, porque yo nunca me digo por mi nombre—expresó con una seguridad extraordinaria. El rostro de la chica se puso totalmente color granate, sin embargo, estiró su mano y tomó la de Mauricio, mientras lo observaba fijamente, su nariz romana destacaba en su hermoso perfil, luego de lo que parecieron minutos, pero en realidad solo fueron escasos segundos, ella respondió —Soy María Cecilia Villamizar Uzcátegui—pronunció con un tono de voz un tanto nerviosa, pues no era una chica que tuviera mucho contacto con el sexo opuesto, a excepción de los hombres de su familia, pero por supuesto que esos no contaban —un gusto conocerle—destacó. —No, el placer de conocerte es absolutamente mío, y mi agrado es tanto que quisiera preguntarte ¿Puedo acompañarte a concluir tu rutina de ejercicios?
—No—respondió ella sin más, pero al ver su cara de desconcierto, le aclaró—es que justamente este era mi último tramo.
—Entonces, no podrás negarte a tomar algo de beber conmigo. Ella se quedó viéndolo un poco confundida, porque en ese momento tenía una lucha interna por aceptar o no su invitación, los engranajes de su mente comenzaron a moverse para evaluar los pros y los contras. Definitivamente esta niña me exaspera ¿Será que piensa perder semejante oportunidad? Si sigue evaluando todo con ese misticismo, seguro quedará para vestir santos, bueno aunque en honor a la verdad debo reconocer que es bastante joven, entonces esperemos a ver que decide —Pero no sé quién eres, apenas te estoy conociendo—enfatizó la chica elevando sus cejas. Él sacó su billetera y le extendió su documento de identidad —Toma, puedes tomarle una fotografía con tu móvil y enviársela a alguien de confianza, informándole que aceptarás una invitación para tomar una bebida refrescante con este apuesto caballero. Ella sonrió ante el auto halago que él se expresó y luego de meditarlo un momento aceptó, el contacto de su mano con la suya le produjo unas pequeñas chispas en su interior, y eso casi nunca le había pasado, además el hombre era apuesto, interesante y hacía que su corazón palpitara aceleradamente y estaba segura que no era producto del ejercicio—Está bien, permíteme tomarle una foto a tu documento de identidad y enviárselo a mi madre—Efectivamente lo hizo y después le entregó el documento a Mauricio Alejandro. Así juntos, caminando uno al lado del otro se dirigieron a un cafetín cercano a la pista de carrera donde se ejercitaban, ambos pidieron una limonada y ocuparon asiento en unas de las mesas del interior, y allí comenzaron una amena conversación para conocerse, él por su parte le contó que era oficial de la aviación, actualmente con el rango de primer teniente, estaba asignado a la base aérea de la ciudad de Vancar.
Ella por su parte, le contó que recién se había graduado de abogada hacía un par de meses y que hasta hacía unos días trabajó con su madre, pero a partir de la semana siguiente iniciaría trabajo en una firma de abogados especialistas en materia inmobiliaria, así duraron un par de horas conversado de sus gustos, sobre sus familias, intercambiaron teléfonos, luego de un par de minutos a Mauricio le llegó un mensaje de texto, el chico tecleó respondiendo, mientras ella lo miraba un tanto incómoda, segundos después le dijo—Permíteme unos minutos para hacer una llamada urgente —expresó, pero más por educación que porque esperará autorización de ella. María Cecilia se quedó en silencio, mientras él se levantaba y salía del cafetín. La actitud de Mauricio Alejandro, causó malestar en María Cecilia, quien se levantó de la mesa, se dirigió a la caja, pidió la cuenta de lo que ella había pedido, pagó su consumo y salió del establecimiento sin mirar atrás, mientras sentía un leve enojo que empezaba a surgir en su interior. Llegó al departamento que había arrendado desde hacía un mes, lanzó su celular a la cama, se desvistió y tomó una ducha, mientras trataba de apaciguar su molestia “¿Quién se había creído ese hombre? La invitaba a tomar algo, luego se ponía a contestar mensajes de textos y después tenía la osadía de dejarla sola para realizar una llamada, para hablar con quien sabe, pues no, ella no estaba acostumbrada a ser plato de segunda mesa de nadie, por eso se mantenía alejada del sexo opuesto porque ellos siempre eran muy zalameros, además si había sido regalado con ella recién conociéndola, quien le garantizaba que no sería así con otras y de paso militar, todos ellos eran cortados por el mismo patrón, de naturaleza infieles, mujeriegos, imagínate, eran nómadas, siempre siendo trasladados de un lugar a otro, ¿Quién le garantizaba que un hombre así y más con esas características permanecería fiel? No, que va, mejor no se complicaba la vida”. Concluyó mientras pasaba esos pensamientos y al hombre que los provocaba, al olvido. “El día de hoy sigo sin tener muy claro si valiente es el que se queda o el que se va.” Anónimo.
Hola mis corazoncitos, Aquí les entrego el primer capítulo de mi primera historia del año 2.020, esta historia tiene una tonada diferente, espero sea de su agrado y estaré atenta a sus comentarios ideas. Ah se me olvidaba, si tienen alguna anécdota de mujer celosa pueden hacermelas llegar al messenger de mi facebook Jeda Clavo y Aivel Díaz.Esta historia está dedicada a una lectora y amiga Sandra Paola, a quien aprecio mucho, pero ella no es Cuaima, creo que más lo soy yo, ja ja ja Bueno la actualización de esta historia va a ser dos veces por semanas, aunque no tengo previsto que la historia sea larga, espero que la disfruten como lo estoy haciendo yo, comencé a escribirla para distraerme de Rinascere que en verdad me tenía inmensamente tristeComenten y voten ese es mi mayor incentivo, besos y abrazos JEDA CLAVO