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Gabriel vivió gran parte de su vida engañando a sus padres diciendo que era g4y, para evitar que su madre le buscara esposa, siempre quiso casarse por amor y no por conveniencia. Eso, hasta que conoce a Alissa, la asistente del vicepresidente de la empresa que él dirige.

Tras una noche que querrá olvidar, ella queda embarazada de Ignacio, su jefe. Gabriel se convierte en su apoyo y le ofrece matrimonio, aunque todos piensan que es una pantalla, para que no descubran su secreto… pero nadie sabe que su verdadero secreto es su amor por Alissa.

Capítulo 1

Llego feliz a casa después de dos semanas de vacaciones con mi amigo y su familia, hoy mis padres tendrán una fiesta para sus cercanos, seguro que terminaré encerrado en el jardín o en la habitación de mi hermana, escuchando su música y hablando del futuro, uno que tal vez nunca será.

Nada más entrar, veo el revuelo que hay instalando las mesas con los bocadillos, la nana Ceci me ve y se lanza sobre mí para abrazarme, como siempre, dándome más amor que mi propia madre.

-¿Cómo estuvo ese viaje? – me pregunta con una mezcla de entusiasmo y tristeza, lo que se me hace raro, porque ella siempre ha sido alegre -.

-Bien… nana, ¿te pasa algo?

-Nada, mi niño, a la servidumbre nunca le pasa nada – besa mi frente y me quita el bolso -. Tu padre está en su despacho y tu madre en el salón de belleza.

-Gracias nana – camina hacia la escalera y le pregunto -. ¿Y mi hermana, todavía no llega de la universidad?

-Es mejor que vayas a ver a tu padre, mi niño.

Me deja preocupado, pero con mi sonrisa de siempre me voy a ver a mi padre. Llamo a la puerta, me indica que entre y al verlo, sé que algo malo ha pasado. Se ve demacrado, negras ojeras enmarcan sus ojos, que además están rojos, como si hubiese llorado mucho.

-Papito… – me acerco a él y lo abrazo -. Papito lindo, ¿qué te pasó?

-Nada hijo, nada – me dice con la voz quebrada, lo miro a los ojos y sé que me miente -. Solo mucho trabajo, nada más.

-¿Algo que pueda hacer por ti? Me preocupa verte así… ¿la empresa… – pero me interrumpe con una sonrisa -.

-Todo bien, de hecho, somos dos mil millones más ricos que hace cuatro meses – me dice con la voz llena de sarcasmo -, pero eso no importa si no estamos todos.

-¿A qué te refieres a que no estamos todos?

-¡Alex, hijo! – mi madre sobresalta a mi padre, me giro para verla justo cuando llega a mi lado para abrazarme, debe estar enferma -. Te extrañé, hijito, ¿cómo estuvo ese viaje?

-Bien, muy bien. Tengo muchas cosas que contarle a mi hermana, le traje un par de regalos que sé le van a gustar.

-Me temo que no podrás – me dice con la cara transformada por el enojo -. Tu hermana se fue a un convento.

-Pe-pero… pero no se despidió de mí, no es posible que se fuera de esa manera y no se despidiera de su hermano.

-Con suerte se despidió de nosotros, así que asúmelo de una vez – se gira a la puerta para irse pero se detiene y me mira -. Te dejé un smoking en tu habitación, te quiero decente para la fiesta de hoy, vendrán las hijas de los Hernández y los Carrasco, algunas de ellas están interesadas en ti.

-Tengo quince años, mamá… no creo que sea lo mejor, primero debería estudiar, conocer cómo funciona el mundo.

-No es tan difícil, Alex, funciona con dinero. Mientras tengas mucho y consigas más, puedes optar a tener una bella esposa que se quede en casa cuidando a tus hijos y atendiendo tus necesidades.

Sale del despacho, mi padre da un largo suspiro, me mira y estira una de sus manos para que me acerque a él.

-Hijo, si quieres conocer el mundo, haré lo que quieras para que lo conozcas. Si quieres estudiar botánica, biología o administración de empresas, es tu decisión, yo te apoyaré con todo. Ahora, ve a tu cuarto, llora por tu hermana todo lo que quieras y luego te preparas para estar diez o quince minutos en la fiesta, luego de eso eres libre de esconderte donde quieras.

Me da un abrazo fuerte, de esos que siempre nos dábamos los tres juntos. Subo a mi habitación, me tiro a la cama mirando al techo y dejo salir mis lágrimas. No puedo creer que mi hermana se fuera así, sin despedirse de mí.

Cuando las lágrimas han menguado un poco, me incorporo para buscar con la vista mi bolso. Lo veo al costado de la puerta, voy hasta él para sacar los regalos que le traía a mi hermana: una lapicera hecha en madera y unos aros de plata, de estilo mapuche muy bellos que sé le encantarían.

Los miro unos segundos y luego decido ir a su habitación, veo que todo está igual, nada más que la cama está sin tender y los cajones vacíos. Me voy a la mesita de noche, al sacar el cajón queda un espacio oculto, que no encuentras a menos que lo quites, dejo allí ambos regalos, con la esperanza de que un día mi hermana se arrepienta o que la dejen venir de visita, para entregarle estos presentes.

Me regreso a mi habitación, me ducho y visto para la famosa fiesta, no entiendo cómo mi madre puede estar para fiestas, mientras que con mi padre estamos deshechos por la partida de Jazmín. Escucho que comienzan los murmullos de los invitados, suspiro con tristeza y bajo.

Nada más poner un pie en el primer piso, Cory Hernández y Amalia Carrasco me toman una cada una del brazo, sin primero darse una terrible mirada de odio. Mi madre se acerca a nosotros feliz, esto para ella debe ser la gloria, pero para mí es molesto, porque no me gusta la cercanía con las chicas, me hace sentir incómodo.

Unos minutos después, y gracias a mi padre, logro zafarme de ellas, para escapar a mi habitación donde me encierro con llave para que ninguna se atreva a entrar por “casualidad” mientras buscaba el baño.

Me recuesto en la cama, mirando el techo pensando en lo solitaria que será mi vida desde ahora, mi padre es muy poco lo que pasa en casa, aunque esos momentos son de calidad y no me quejo, él me demuestra su amor cada día, pero es cierto que la empresa le absorbe tiempo y mi hermana era mi fiel compañera en muchas cosas.

-Ay, hermanita, ¿por qué te fuiste así? Ojalá no te olvides que tienes un hermano que te adora y te extrañará.

Y con una foto donde estamos los tres sonriendo felices en la playa me quedo dormido, dejándome llevar en los brazos de Morfeo para escapar de esta nueva triste realidad.

Capítulo 2

Miro por la ventana el bello jardín, mi pasión, mientras una inusual lluvia de primavera cae sin tregua. Vigilo que los contenedores de aguas lluvias que instalé para el regadío del jardín no colapsan, en cuanto el nivel llegue a su límite, debo ir a cerrar la pequeña entrada que la deja pasar.

Escucho llegar a mi padre y se dirige a mí, pone una mano en mi hombro y se aclara la garganta.

-No puedo creer que, luego de diseñar todo ese sistema para captar agua, decidieras tomar un rumbo tan diferente.

-Padre, Jazmín no está, mi hermana se fue y todos sabíamos que era ella quien tomaría tu lugar, pero se fue – lo miro con una sonrisa-. Debo ser yo quien tome su lugar.

-Pero no quiero que lo hagas, quiero que seas feliz haciendo lo que amas – lo veo realmente preocupado por esta situación -.

-¿Quién te dice que no seré feliz de entrar a estudiar administración para trabajar con mi amado padre? – abre la boca para hablar, pero no lo hace -. Padre, estoy seguro de hacer esto – miro el jardín, le falta poco al nivel para llegar a su máximo -. Tu padre y tú han trabajado muchísimo por mantener la empresa todos estos años. Ahora es mi turno, aunque al principio no era mi interés, luego de que mi hermanita se fuera, es mi destino. Y desde ya te digo que no es un sacrificio. En cuanto se abran las postulaciones, iré a matricularme en esa carrera.

Mi padre deja salir un suspiro, me atrae hacia él y me abraza. Entiendo que le cueste aceptar mi decisión, pero es verdad lo que acabo de decirle.

Cuando mi hermana estaba aquí, yo podía hacer lo que quería, pero ahora me corresponde hacer lo que debo. Y para nada estar junto a mi padre en la empresa es un sacrificio, siempre puedo dedicarme a esto en mis tiempos libres como un escape a lo agitado de los negocios.

Le hago un gesto a mi padre para que me espere, salgo al jardín y cierro el sistema de recolección de agua. Reviso que todo esté en orden y vuelvo a entrar, él ya me espera con una toalla para que me seque.

-Ve a cambiarte ropa de inmediato, no quiero que te enfermes.

Le sonrío y hago lo que me dice, cuidando de sacarme los zapatos para no ensuciar tanto el piso. Como cada día, al pasar por fuera de la habitación de Jazmín siento una pena inmensa, pero fue su decisión y yo ya no puedo hacer nada. Mis padres jamás quisieron decirme a dónde se fue y dejé de insistir cuando me di cuenta que hablar de ella le causaba un dolor inmenso a mi padre.

Me meto al baño, dejo caer el agua caliente en la tina, mientras dejo toda mi ropa ordenada en la cama. Me meto en la tina, dejando que el agua penetre en mi cuerpo, buscando calentarme el alma, pero eso es imposible. Trato de relajarme, pensando en lo que haré de mi vida de aquí en adelante, buscando la mejor manera de sortear los intentos de mi madre por casarme con una de las chicas que, según ella, serían una buena esposa.

El peor defecto de mi madre es también una gran debilidad, se deja llevar por las apariencias, considera que Cory y Amalia son buenas candidatas para ser una esposa perfecta, sumisa, de su casa, pero no lo son. Soy yo quien asiste a las fiestas de los jóvenes de sociedad y ellas son cualquier cosa, menos señoritas recatadas. Sin que se tenga conocimiento público de ello, todos saben que Cory tuvo sex0 por primera vez a los quince y desde entonces ha caído en la cama de todo chico que le ha dado alas.

Amalia, por su parte, no se ha limitado solo a los chicos y mucho menos a una sola pareja. Es sabido que su padre le ha rentado un departamento para que no deba trasladarse por tanto tiempo a la universidad de su elección, por lo que allí es donde llega a cabo orgías indecentes.

Mientras yo, de el gran grupo de jóvenes de la sociedad pudiente, soy el único al que no se le ha visto con pareja, besando a una chica ni mucho menos he tenido relaciones sexuales. Básicamente porque no es parte de mi interés nada de eso, las chicas no son lo mío.

El agua se va enfriando y decido salir, tomo una toalla y me cubro la cintura, me miro al espejo, mi cuerpo está recién tomando forma, he comenzado un entrenamiento para tener musculatura y así, al menos, evitar que digan cosas de mí que no son.

Me visto, bajo a encontrarme con mi padre y lo veo discutiendo con mi madre, ella al verme se queda callada y cambia su expresión por una más alegre.

-Hijito, tan bello como siempre – me da un beso en cada mejilla parándose de puntillas, puesto que soy tan alto como mi padre -. Te tengo una excelente noticia, Leonardo Hernández nos ha invitado a una cena, tal parece quiere que tú y Cory se relacionen un poco más.

-No iré.

-¡Alex Gabriel Manterola Arriagada! Si yo digo que vas, lo haces,

-No – jamás me enfrenté a mis padres, pero ahora soy mayor de edad y no le dejaré hacer las cosas que le hacía a mi hermana, seguro por eso ella terminó huyendo a un convento -.

-Alex, no me puedes hacer esto, yo ya confirmé para mañana por la noche.

-Pues mañana lo llamas y le dices que me enfermé, dile que tengo una diarrea explosiva, a ver si así le da un poco de asco andar arreglándole la vida a la loca de su hija – me dirijo hacia mi padre que me mira con orgullo -.

-No hables así de esa muchacha, es una chica decente, de su casa…

-¡Ja! Pregúntale a Óscar Garmendia, a Gustavo Romero, a Nicolás Subercasseaux – me quedo pensativo mientras voy contando con las manos -. Rayos… papá, ¿me prestas tus manos? Tal vez con ellas alcance a nombrar todos los chicos con los que Cory se ha acostado desde los quince.

-¡Alex! No es propio de un caballero hablar así de una dama.

-Y no es propio de una madre como tú querer meterle una esposa así a su hijo.

-Entonces vamos, pero rechazamos la oferta, ya me encargaré de hablar con los Carrasco.

-¡No, por favor no! Porque me obligarás a compartirla con todos los hombres y mujeres que se le antojen, además de ponerme en riesgo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual.

Hasta mi padre se me queda viendo con los ojos muy abiertos, pero no molesto, si no que muy sorprendido.

-Alex… que escándalo ¿queda alguna chica digna de ti?

-Digna de mí, no lo sé, porque la verdad es que no me interesan – me mira ceñuda -.

-¿A qué te refieres con que no te interesan? – veo algo de miedo en su rostro y se me ocurre la mejor mentira del mundo para zafar de los compromisos obligados -.

-Pues eso… no me interesan – miro a mi padre, veo en su semblante algo de tristeza, pero me sonríe -. Ninguna de ellas.

-¿Ninguna mujer? – me pregunta con la voz chillona y los ojos desorbitados -.

-No, madre, ninguna mujer. Soy gay y creo que es hora de que lo sepas para que dejes de buscarme esposa, porque no me voy a casa. Ahora, si me disculpas, debo sostener una conversación son mi padre para mi trabajo de verano.

-¡Alex, no me puedes hacer esto!

-No te hago nada madre, solo déjame ser feliz a mi manera o te juro que me desaparezco de tu vida como lo hizo mi hermana, quiero saber qué harás con la empresa de papá si le llegase a pasar algo a él.

Se queda callada, con el rostro rojo de la rabia, mientras mi padre me abraza para ir a su despacho. Me debato entre decirle la verdad o mantener la mentira, al menos hasta que encuentre a la mujer que de verdad me interese.

Mi falta de parejas y coqueteos me sirven para sustentar el engaño, aunque si soy honesto, una vez me interesó una chica, pero como soy demasiado tímido con las chicas, nunca me acerqué a ella y ahora está comprometida con uno de los “modelos” del grupo.

Ya solos, mi padre me abraza y deja escapar un par de lágrimas.

-Te apoyo, hijos, Dios sabe que sí, pero no puedo evitar pensar en que no tendré esos nietos que siempre quise tener.

Se me hace un nudo en la garganta que no me deja hablar, pero lo veo sonreír y luego carcajearse.

-Pero lo mejor de todo, ha sido la cara de tu madre, gracias por ese regalo, creo que jamás la olvidaré. Ahora, vamos a ver dónde quieres empezar.

-Lo más abajo posible, igual que Jazmín. Ella aprendió mucho de esa manera y sé que yo también podré hacerlo.

Así vamos buscando opciones, hablamos del funcionamiento de la empresa, socios, acciones futuras, en fin. Me siento a gusto con él, no puedo decirle la verdad ahora, porque primero debo procesar mi papel de ahora en adelante, aunque no es mucho lo que deba cambiar para eso.

Capítulo 3

Los años han pasado, terminé mi carrera y me incorporé a la empresa para trabajar con mi padre, creamos un dúo fantástico. Aprendí todo lo que él esperaba y más, hemos sido inseparables por todos estos dieciocho años que mi hermana no ha estado.

Entro a su oficina con unos documentos en la mano para revisarlos junto a él, me lo encuentro mirando por la ventana con la vista perdida, seguramente pensando en mi hermana, como hago yo cada día. Su cabello gris, aquellos surcos en su rostro me llaman a abrazarlo cada día, porque no quiero que el día que deje este mundo la consciencia me atormente con aquellas cosas que pude y no hice.

-¿En qué piensa el mejor padre del mundo?

-Supongo que lo bien que lo ha hecho en su vida, mientras que yo estoy aquí pensando en las cosas que no hice bien.

-Padre, para mí tú eres el mejor del mundo, y no creo que hicieras algo mal.

-Tu hermana…

-No, ella decidió irse, nosotros no podíamos hacer nada aunque quisiésemos, ya sabes lo testaruda que es.

-Y tú… no te juzgo por tus gustos, pero tengo miedo de que no llegues a ser feliz.

-Padre, tranquilo. He sido feliz estos años, me siento libre.

-Pero ese es el problema, no lo eres. A pesar de decirnos que no te interesan las mujeres, tampoco te he conocido una pareja masculina.

-No creí que aceptaras te presentara un novio.

-No se trata de que acepte o no a alguien que te haga feliz, se trata de que tú seas feliz. Y eso es lo que me preocupa, te he visto tan solitario toda la vida hijo.

-Si no has conocido a nadie es porque no he encontrado la persona indicada.

Suspira con resignación, toma asiento y lo sigo, comenzamos a revisar los documentos, vamos haciendo anotaciones y correcciones. Veo que mi padre se suelta un poco la corbata y que suda profusamente.

-Padre, ¿te sientes bien?

-Tengo calor… necesito agua.

-Yo te traigo.

Me pongo de pie, pero no consigo girarme siquiera, porque mi padre cae al suelo.

-¡Papá!

Lo veo con los ojos cerrados y un terror infinito me invade. Corro fuera de la oficina pidiendo ayuda, mientras llamo a emergencias. Su asistente entra de inmediato y comienza a revisarlo.

-¡Tiene pulso!

Doy gracias a Dios por eso, espero que aguante hasta que llegue la ambulancia, porque si llego a perder a mi padre, no sé qué será de mí.

Mis manos se encuentran rojas de tanto torcer un papel, el cual no tengo idea de dónde salió, mi madre llora a mi lado sin consuelo, pero no puedo consolarla, no me nace. Un doctor se acerca a nosotros para darnos información y me pongo de pie de inmediato.

-¿Familiares de Alex Manterola?

-Soy su hijo, ella su esposa… ¿cómo está?

-Bueno, ha sufrido un infarto. Ahora está sedado y duerme para que los medicamentos que le dimos para estabilizarlo sean más efectivos. Necesito que me den todos los antecedentes cotidianos, lo que come, lo que toma, si hace ejercicios o es sedentario, algún vicio… lo que sea.

-Sí, doctor.

-En treinta minutos estaré en mi oficina y puede pasar por allí para que me dé esos antecedentes.

-¿Puedo entrar a verlo?

-Me temo que por ahora no, pero veremos cómo evoluciona por la noche y mañana podrán entrar.

-Entonces yo me voy a casa, no tiene sentido que me quede aquí – dice mi madre -.

-Mamá… podría necesitarte aquí.

-No lo creo, tú sabes todo de tu padre, yo me iré a descansar, esto me ha provocado una migraña terrible.

Sin más ceremonias, se va dejándome solo con el estado de salud de mi padre y con un doctor bastante sorprendido.

Llamo a la única persona que puedo llamar en un momento así, busco el número de Pilar, la que no sé si estará disponible, ya que hoy había matrimonio en la familia y seguro ella está allá. Le marco y me responde de inmediato.

-Hola prima, perdón por molestarte, solo quería avisarte que mi padre tuvo un infarto esta tarde y ahora está internado, bajo observación.

-Alex… lo siento mucho, en cuanto pueda estará allá, no te dejaré solo en esto.

-Gracias, Pili.

-Nos vemos.

Cuelgo sintiendo un poco más de alivio, me derrumbo en una silla y solo deseo que mi padre salga pronto de aquí, llevarlo a casa y cuidarlo como se merece. Esto definitivamente me va a obligar a sacarlo de la empresa, es tiempo de que asuma el mando para que él pueda descansar de sus años de trabajo.

——-

Tras varios días de angustias, el desenlace que menos esperaba ha llegado.

Mi padre agoniza y ha pedido que me quede solo con él, me toma una mano y balbucea palabras que no entiendo.

-Jaz-Jazmín… búscala… hijo… cuídalos…

-Papá, mamá ya la contactó, pero sus votos no le permiten salir del convento.

-Alex… búscala… hijo…

-Hablaré con mamá, te prometo que no la dejaré tranquila hasta que me diga y yo mismo iré por Jazmín.

-Nieto…

-Papá, los tendrás, muchos, quiero contarte algo que nunca quise decirte por vergüenza – me acerco a su oído y le susurro -. No soy gay, lo hice para que mamá me dejara tranquilo.

-Bien… feliz, sé feliz.

Cierra sus ojos y deja escapar un último suspiro.

-Te amo, hijo. Búscala… busca a Jazmín y a su…

Pero no dice nada más, todo su sistema colapsó luego de un segundo infarto y una embolia, no volvió a levantarse. El monitor me dice que mi padre me deja y no puedo hacer nada.

Tengo miles de millones en mi cuenta, podía pagar el mejor hospital, los mejores doctores, pero eso no era suficiente para salvarle la vida a mi padre.

Dejo que mis lágrimas corran sin control, mientras el doctor y las enfermeras entran para hacer algo por él, es su instinto, el instinto humano de dar vida, de confortar, de proteger, de salvar. Pero nada es suficiente ahora.

Una enfermera me saca de allí, mientras trata de darme consuelo, pero es inútil, estoy solo. No puedo decir que tengo a mi madre, porque simplemente no cuento con ella, apenas me dirige la palabra por mi supuesta condición y prefiero que se quede así, hasta estas alturas me quedaré solo.

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