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Una confusión, una arbitrariedad, una mala mujer.

Un hombre enamorado que entregó todo y no recibió nada a cambio. Dolor, una marca letal.

Sin vida, sin amor, sin esperanza trata de continuar con su vida ante la maldad del destino y su ensañamiento contra él.

Un hombre bueno ahora marcado por la realidad de su destino y una mala jugada, desatando una serie de acontecimientos desafortunados que terminan con sus fuerzas para continuar…

Una luz se enciende pero… se apaga.

Dos pequeñas vidas llegan y se aferra a ellas como si fueran su única salvación en éste lúgubre Infierno que trata de extinguirlo…

Capítulo 1. Decepción. 

Los siguientes quince días fueron un infierno, no fuí a trabajar pero a Dios gracias Ethan se encargó de todo, hubo que llevarme a Urgencias porque pase seis dias sin probar bocado y solo me dediqué a llorar, vomitar y berrinchar en la cama. La extraño demasiado no quiero estar aquí, quiero estar con ella ¡Extraño a mis cachorros! Por Dios, que entre en razón.

Sucede que tengo los síntomas del embarazo de Sonya, mi hija está muy cerca de mi también. Y yo que pensé estar enfermo y lo que tengo es que mi hija me ama, eso me hace llorar más aún porque no le puedo hablar. ¡Quiero que regrese!

Mi madre y las chicas están aquí conmigo, Nat y Dani no me han dejado caer, les agradezco pero hay un momento en que deseo llorar y quiero hacerlo solo.

— ¡Hola! – esos preciosos ojos húmedos que parecen zafiros me escrutan aún cuando duermo. — ¿Ya no te morirás? – su labio inferior tiembla y yo me siento terrible.

Abro los brazos para que entre a la cama y llora como una bebé, se que la he asustado en las noches ya que se ha reusado a dormir en otro lugar que no sea en mi cama , a mi lado. La amo como a mi vida. Nathalie no solo es mi hermana, es la mitad que necesito para vivir, es la continuación de mis pensamientos, si ella llora yo lloro y si sufre: yo lo hago también porque no conozco un amor más grande y sublime que el de la persona que me acompaño desde el vientre de mi madre y lo seguirá haciendo para toda mi vida.

¿Entonces por qué me siento destrozado porque Sonya me abandonó?

¿Sera porque soy estúpido?

¿Sera porque estoy enamorado?

¡El amor apesta señoras y señores!

Pero es apestosamente necesario para que el corazón se mantenga en su lugar, para que no pierdas la cabeza y dejes que el dolor y la soledad aparquen en tu vida. Entendí que tu pareja es la parte de tú vida que no llegó con tu nacimiento, la que encuentras por casualudad pero que te completa totalmente.

— No mi amor ya no moriré- le dije con la boca pegada a au cabello, huele delicioso: a tranquilidad, a calma. Como si fuera exactamente lo que necesito.

Levantó la cabeza y me miró a los ojos pidiendome perdón por algo que ella sabe y yo no. No me engaña, nunca lo hará ya que sus ojos me dicen todo.

— Hablé con Sonya ¿Sabes? Perdóname pero no lo pude evitar, ella-ella te hizo daño, te lastimó y yo le reclamé. Entonces me enseñó las fotos ¡Ese no eres tú! Me-me niego a creer que seas tú – volvió a llorar y limpió unos mocos con la sábana y otros los sorbió. Alcé las cejas y sonreí.

— ¿Ella esta bien? Es decir, de salud – no pude evitar el nudo en la garganta y el ardor en los ojos, las lágrimas pugnaban por salir y mi respiración ya era trabajosa.

— ¡Si! Ella se siente mal y yo… ¡ Oh Napoleón! Yo la insulté y luego ella lloró y yo también y entonces… – no pudo continuar, se que ella es mas fuerte que yo pero ante una injusticia no, somos de naturaleza endeble.

— ¡Tranquila cariño! – La abracé fuerte y la calmé – Hay cosas que se nos escapan de las manos mi amor, nosotros tenemos la particularidad de que el amor que nos tenemos nos hace luchar contra el mundo. No estés triste – la besé en la mejilla y la dejé descansando en mi pecho.

La vida es extraña, el amor es extraño, las personas son extrañas. Nadie sabe como va a actuar frente a una situación de presión y menos frente a un engaño. Entiendo a Sonya; mi propia hermana dudó de mi porque todo indica que soy culpable. Quizás descubra que no lo soy y entonces, sólo entonces… vielva.

Capítulo 2. Disculpas.

Sonya

¡Maldita sea! No puedo dormir, tengo quince días sufriendo de insomnio por culpa de este engendrito que se mueve como loca ¡Si tonta! Yo también lo extraño pero no voy a volver con él porque me engañó como si yo no valiera nada.

Desde que me fuí del lado  de Napoleón no he dejado de llorar como idiota, mi otro yo pone los ojos en blanco y me dice: ¡Si claro, como si no lo amaras! ¿Por qué no me quedé a que me diera una explicación? ¡A si! Porque soy una idiota.

Mi madre me ha llamado cincuenta veces y de él mismo tengo ciento cincuenta llamadas, la única persona a la que le respondo el teléfono es a mi padre y me retó porque no le permití a mi esposo darme una explicación. Le enseñé las fotografías y aún así me dijo que podía ser un montaje, que él mismo no lo creía porque el guardaespaldas que le tiene para que lo siga nunca ha mencionado que mi esposo es un sinvergüenza o un traidor.

En ese momento le dije:

—¡Eres mi padre! ¡Napoleón tiene el suyo, ponte de mi parte! – y me dijo que me amaba y me defendería  hasta de mi madre, pero era una tonta por no haberlo escuchado.

Y ahora se que tiene razón porque llevo quince días sin pegar prácticamente el ojo y ya me están pasando factura las horas de insomnio. Mi teléfono suena por enésima vez y reviso para darme cuenta que es mi madre. No la quiero en mi vida, solo me critica y me ordena; me casé para salir de su yugo aunque no me di cuenta cuando me enamore de mi esposo, pero aún así no le voy a aguantar traiciones, me cansé del maltrato de mi madre y del maldito pedazo de mierda de Serbio Fantini. Vuelve a sonar el teléfono ya van veinte repiques.

Pongo los ojos en blanco y respondo al quinto repique:

  —¡Hola! – hablo de mala gana.

—¿Sonya? ¡Oh gracias a Dios! – me dijo con voz preocupada.

—¿Qué quieres mamá? ¡Y que sea rápido  porque estoy ocupada! – mentí  deliberadamente porque no deseo hablar con nadie.

—¡Cariño solo deseaba saber como estabas! Me enteré de lo sucedido ¿Cómo esta mi nieta? – rodé los ojos de nuevo.

—¿Te importo? ¡Ay madre por favor! Si a ti solo te importas tu ¡Ah! Y tu idiota Serbio – le solté con todo el veneno que pude.

—¡Oh mi niña! Se que he sido la peor madre, no te culpo por no quererme pero, sabes que en el fondo te amo – ¿en serio? ¿Será que esta al borde de la muerte?

Aquí pasa algo, esa voz llorosa y sentimental no es usual en ella. No confío en ella pero, creo que le duele algo o eso me hizo sentir. ¿Será que es sincera? ¡Uff! Estoy un poco confundida.

¡Alma Nathalia quédate  quieta, estúpida!

¡Uy! Se mueve como si yo fuera su cama, estoy desesperada por que nazca ¡Ya no la soporto! 

—¡Madre tranquilízate! No llores por favor, ¿Dime,  qué  pasa? – a pesar de todo es mi madre y no puedo dejarla tirada.

—¡Nada, es que estoy arrepentida! No creas que lo estoy haciendo con doble intención. ¡Cuando necesite azotarte, lo haré! – ¡Ok! Ahora si estoy confundida de verdad.

—¡Estoy bien mami! Descuida, de alguna manera lo resolveré total, la niña es de él y tiene que cumplir con su responsabilidad – le dije y no pude evitar que la voz se me quebrara.

—¡Claro  que va a cumplir! Yo lo voy a obligar – bla, bla, bla madre, no te dejaré.

—¡No te preocupes, yo lo arreglo! Papá dice que es un montaje – le dije.

—¿Y si no lo es? ¿Qué harás? – esa parte no me la sé, pero la tengo que averiguar.

—¡No lo sé madre! Todavía falta para que mi estorbo particular nazca…

—¡¡Sonya!! No le digas así  a tu hija – me dijo escandalizada.

—¡Ay mamá no seas dramática! A ti no te importa mi… hija.

—¡Claro que si! Perdóname  mi niña, se que no me crees y bueno, no te culpo pero, te quiero  recuperar – ¡Ay Dios! ¿Ahora  qué hago?

—Si bueno, ¡Ejem! Ya hablaremos de eso, después  te llamo – quiero que me abrace como hace la madre de Napoleón.

Deseo sentir el cariño que proporciona el abrazo cálido  de una madre hacia sus hijos, la amo pero ella nunca me  ha amado, eso lo se perfectamente pero uno siempre desea ser amado por sus padres. ¿Cierto?

Capítulo 3. Dolor.

Me siento como la mierda, hoy he llamado a Sonya treinta y cinco veces, pero me desvía la llamada o sinó: cuelga ¡Maldita sea! ¿Por qué no me quiere escuchar? Hoy Salí  de mi madriguera y desayuné con mis hermanos. Mi madre volvió a Phoenix porque se le acumuló el trabajo en estos quince días, mi padre llama a diario preocupado por mi salud, los vómitos no han cesado y los mareos tampoco, Dom me sugirió análisis completos y le obedecí; todo salió bien, nada fuera de los parámetros  normales.

Vuelvo a marcar el numero de mi esposa y…

—¿Hola? ¡Que sea rápido  porque no tengo tiempo! – ¡Oh Dios! Me contestó ¿Y ahora que le digo?

—¿Hola Sonya? Amor ¡Gracias a Dios! Yo solo quiero saber si estás  bien, yo solo – no pude  resistir el sollozo y continué hablando y llorando a la vez ¡Si! Parezco una chica.

》Cariño quiero que sepas que jamás te he sido infiel, esa chica solo apareció y yo la auxilié porque su auto no encendía y luego se presentó en el restaurante al que fui porque tenía hambre y mareos donde me tropecé  con un caballero que resultó ser gay y quería  que saliera con él, al cual le dije que no por supuesto ¡Yo soy hetero, por favor! ¿Lo puedes creer? Y luego salí  del baño y me encontré con esa chica que olvide su nombre y tropecé con el mesero, entonces todo fué un caos ¿Sabes? Envié la bandeja con comida al piso y tropecé con una planta que a su vez creo que cayó sobre la chica que llevaba las bebidas ¿O fue con mi mano? No lo recuerdo. – escuché su respiración al otro lado de la línea — ¿Me crees? – suspiró.

—¡Gracias por la explicación! Pero solo contesté porque olvidé cual es la clave de la tarjeta de crédito. ¿Me la dices? – mi alma volvió a caer al piso.

—12620 es la clave cariño – respondí en un susurro.

—Gracias – y colgó.

Caí de rodillas, mi labio inferior temblaba y mis puños estaban tan apretados que las uñas se clavaban en las palmas. Lancé el teléfono contra la pared y y se rompió  en mil pedazos, tal cual como estaba mi corazón en este preciso momento: fragmentado y pisoteado  por la  mujer que amo.

Rompí a llorar gritando como loco, desesperado por este maldito dolor que me lacera el alma y me desgarra las entrañas

—¡¿Por qué tiene que doler tanto?! – grité desesperado lanzando cosas e impactándolas contra la pared y el piso.

Ethan se lanzó encima de mi supongo que para evitar que me lastimara más, ya que no se en que momento rompí el vidrio que estaba sobre la mesita de los sofás y corte mis manos. No quiero morir pero si quiero acabar con este desgraciado sufrimiento que me tiene en vilo y no me deja casi respirar.

—¡Cálmate ! Vamos amorcito,  no te lastimes así – me habló suave y calmado como si fuera un pequeño.

—¡¡Quiero que  vuelva!! Me duele, aquí en el pecho. Me duele dentro. ¡¿Por qué duele tanto?! Yo-yo solo quiero que cese el dolor – me abrazó fuerte, quería que me rompiera los huesos si eso calmaba este maldito dolor.

—¡Todo pasa hermanito! Todo pasa, tranquilízate – mis sollozos eran tan fuertes que movía a Ethan me aferre a él como si fuera mi tabla de salvación y en éste momento; lo era.

—¿Y qué hago Ethan? ¿Cómo me tranquilizo si lo que deseo es gritarle y suplicarle que vuelva para ver si este dolor que siento se va o por lo menos mengua un poco – mi hermano me miró con tristeza, sonrió de lado como siempre y me levantó del suelo.

—¡Nap! Hermanito, ven estás sangrando ¡Tengo miedo! – Dani estaba de pie delante de nosotros llorando y temblando, eso me hizo recomponerme ya que no puedo lastimarla asi.

—¡Tranquila mi amor, estoy bien! Ven aquí…

—¡Y una mierda! Esa maldita hace que te revuelques en todo ese dolor y ¿Tú me dices que estas bien? Pues, perdóname si no te creo – hipaba y sorbía sus mocos.

Tiene toda la razón, soy vulnerable a mis emociones y no puedo evitarlo. Mis crisis a temprana edad se basaban en el dolor de no ser aceptado y de ser despreciado, ahora soy casi un marica (Ruedo los ojos) ¿Hasta cuando el dolor  me taladra y hace de mi un pelele?. No quiero más ésta situación es decir; quiero que vuelva, le quiero suplicar y arrastrarme  ¡Claro que  si! Lo que no quiero es continuar siendo presa de este pánico malsano que me abraza cada vez que algo  me lastima.

—¡Diablos esta muy dolida la Renacuaja!

—¡Cállate Ethan, eres idiota!

—¡Imbécil hermanita, imbécil!

—¡Silencio Et! Trae el vodka – le dije sin pensar.

—¡Por fin una propuesta sensata! ¡Bravo hermanito! El despecho te ha vuelto inteligente – sonrió con todos los dientes y y yo miré al cielo.

Mi hermano el ebrio es quien habla, y por supuesto yo deseo tranquilizarme un poco para poner mis ideas en orden.

¡Entonces a tomar vodka como Cosacos!

Tres horas después…

—Yo creo ¡Ejem! Que deberías  divorciarte y volver a casa con nosotros – dijo Danielle.

—¡Danielle! Eso no es un consejo – regañó Et. Creo que eso entendí entre mi bruma etílica.

—Ethan tiene razón cielo ¡Hip! – le dije tierno pero casi ebrio.

—¡Lo se hermanito, gracias! – mi hermanita puso los ojos en blanco.

—¡Está bien! Según tú sr. Ebrio ¿Cómo ¡hip! Sería un consejo perfecto? – preguntó mi ebria hermana.

—¡Pues que se divorcie y se lleve a Alma Nathalia por supuesto  – rodó los ojos y un ¡Hip! Al mismo tiempo salió de los tres.

Entonces nos miramos y nos partimos de risa. Así lo pasamos hasta altas horas de la noche: riendo y conversando acerca de todo y nada.

¡Me relaje un montón!

Nos vaciamos el bar; no se cuando ni en qué momento compré tanto licor, pedimos diez pizzas “Despecho,” a una pizzería  por domicilio que  se llama… ¡No recuerdo! Solo se que estaban deliciosas y tenían  de todo un poco.

Tampoco recuerdo a que hora nos quedamos dormidos pero, fué genial.

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