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Dos jóvenes hermanas Shery y Eve llevaban una vida de humillaciones… vivían con su padre que no les proporcionaba ni el más mínimo afecto, protección o estabilidad económica, más bien se podría decir que les sumaba muchos problemas. Por desgracia, esa era la trágica vida que les había tocado. Sin saber que, a medida que pasara el tiempo las cosas empeorarían drásticamente impulsándolas al límite. Su única opción era huir de las garras de los tiranos que las acosaban…

El bienestar de estas chicas dependerían de un joven lobo de apenas doscientos años este era hijo de un Alfa…. uno que muy pronto estaría ocupando el puesto de su padre como el líder de la manada Luna Azul. Ethan, es joven pero sabio, su lobo le había enseñado mucho desde que se convirtió por primera vez. Entre los dos hacían un buen equipo, pero también estaban a la espera de encontrar a su pareja.

Con cada celo Ethan se desesperaba más, creyendo que jamás encontraría a su mate… angustiado y ansioso decide buscarla en las zonas prohibidas para los lobos. Asumiendo que si no se encontraba en su manada o en las vecinas como salía pasar, ella debía de estar en otra parte… y no descansaría hasta dar con su chica. Quédate a descubrir cómo  se desarrolla la historia de estas dos hermanas en un mundo de hombres lobos.

Capítulo 1

Shery Loon, una chica que se sacrifica para que su hermana menor pudiera llevar una vida mejor. Tiene  18 años pero le tocó llevar muchas responsabilidades con tan poco tiempo de vida. Ella es dulce y bastante agraciada, una belleza que solo le traerá desgracia.

Eve Loon, una joven divertida que siempre intenta sacarle sonrisas a su hermana. Para contar con 17 años  es bastante madura y audaz, sabe que su hermana haría todo por ella y eso le hacía sentirse mal, no quería ser una carga. Eve, también es muy hermosa y dulce.

Ethan, un joven lobo quien pasaría a ser el nuevo alfa de su manada en algún momento. Empeñado en encontrar a su mate a como diera lugar.

[…]

—Shery, date prisa o llegaras tarde al colegio.

La voz proveniente del piso inferior era de su hermana pequeña Eve, bueno no tan pequeña, tenía 17 años mientras que ella contaba con 18 años de vida recién cumplidos. De los cuales muy pocos de esos años había disfrutado al menos uno o dos, el resto había sido sufrimiento humillaciones. ¿Patético no? Debería ser una chica que disfrutara de la vida como cualquier otra, pero la realidad es que no era así.

Su madre fue una mujer alcohólica y drogadicta que murió hace muchos años de una sobre dosis, dejándolas a cargo de su padre que era otro caso mucho peor que su madre. Éste las maltrataba emborrachándose a diario, mientras que la droga abundaba por toda la casa, y por si fuera poco sus asquerosos amigos iban a menudo hacer todo tipo de desastre en ella.

—Baja de una vez quieres, no esperare por ti toda la mañana.

Su hermana era una chica aplicada, le encantaba la vitalidad que tenía para levantarse todos los días para asistir a clases. A pesar de que la casa amaneciera patas arriba, llena de suciedad, condones, botellas de ron, cigarrillos y ni hablar de su mesa favorita, toda espolvoreada de polvo blanco.

Era sumamente asqueroso, detestaba las mañanas y odiaba las noches… Se levantó de la cama tratando de desperezarse, ir al colegio no le apetecía, pero tampoco quedarse en casa era una opción. Se metió en la ducha esperanzada que el agua fría le quitara todos los pesares de la noche anterior. Su padre seguramente estaría al borde del alcohol, los amigos de éste siempre se iban antes del alba y daba gracias al cielo por eso.

El agua fría comenzaba hacer efecto en su cuerpo, relajándose un poco, no tenía muchas horas en las que podía estar relajada, siempre tenía que estar pendiente de todo. La vida la había hecho madurar a toda prisa después que su madre diera a luz a Eve, ella había desaparecido por meses después que la niña tenía un par de años, dejándola a cargo de su padre.

Cuando volvió aparecer en sus vidas ya ellas eran casi unas adolecentes, pero como al tiempo que llegaba así mismo se iba. No podía dejar que los recuerdos se apoderaran de su cabeza tenía que ser fuerte por ambas, ya que sus padres eran un par de irresponsables sin sentimientos. Escucho pasos en la habitación y suplico porque no fuera su padre.

—Al menos ya te has levantado, quizás podrías haber respondió y dejar de ser tan floja.

—¡Déjame en paz quieres!

—Deja de ser tan obstinada hermanita, te arrugaras.

—Pareces una anciana Eve, te lo juro.

Escucho a la chica reír, desde que se volvieron un par de mujeres y sus cuerpos comenzaron a cambiar Shery decidió que era mejor que ella se mudara a su cuarto, no confiaba en su padre, a veces lo pillaba como las miraba sin vergüenza alguna de una manera muy lasciva y eso la asustaba. En el colegio escuchaba muchas cosas sobre padres que violaban a sus hijas, no quería pensar eso de él, pero nunca se sabía.

—Date prisa, o llegaremos tarde como siempre, me aburre eso.

—Llegaremos a tiempo descuida. Dijo saliendo del baño.

—¿No crees que estoy un poco grande para que sigamos compartiendo cuarto?

—Es por seguridad Eve, sabes cómo son los amigos de papá.

—Si bueno, tienes razón. Anoche escuche que intentaban abrir la puerta.

—Yo también lo oí, es muy peligroso que estemos durmiendo en recamaras separadas, no podría pegar ojo en toda la noche.

—Igual no lo haces, ¿O crees que no te visto?

Su hermana sabía que siempre estaba preocupada, no era segura esa casa desde luego que era más que obvio. Presentía que si algunos de esos tipos se metían en su habitación su papá no haría nada para impedir que no tocasen a sus hijas.

Era una mierda de vida, ¿Quién carajos podía vivir así? Se vistió rápido y ya estaban listas para salir, después de clases Shery trabajaba en una cafetería por tres horas. Como Eve la daba miedo llegar a casa sola, siempre la esperaba hasta que terminara el trabajo. Cuando bajaron a la planta de abajo, observaron  todo lo que ya sabían que había (un desastre) Eve y ella estaban cansadas de tener que limpiar todas las porquerías que hacia su padre junto con la manada de idiotas que llegaban a esa casa.

De todo aquello, agradecía que ellas pudieran tener un baño propio, porque si no ya estuvieran más que enfermas. Las mujerzuelas que llevaban no parecían para nada sanas.

—Limpiaremos mucho cuando lleguemos.

—¡De nada sirve! Dijo la menor.

—Debemos hacerlo, de lo contrario papá se molestara y ya sabes cómo se pone.

—¿Cuándo nos iremos de aquí?

—Espero que pronto, tengo muchos ahorros escondidos, quizás en un mes podamos irnos.

Su hermana suspiro mientras salían de la casa. Para cuando llegaron al colegio Shery respiro hondo, no le contaba a Eve que el colegio era otro infierno más. La trataban muy mal, y no tenía ni una sola amiga más que ella misma. La humillación era a diario y sin poder evitarlo. Todos sabían que su madre era una drogadicta y muchas veces se acostaba con algunos tipos para poder conseguir un poco de polvo y alcohol.

Y por esa razón ella estaba más que rayada. En el colegio pensaban que ella también era como su madre, una prostituta barata que lo hacía con cualquiera y era sometida a infinidades de burlas. Hasta su padre lo pensaba.

La última vez se había escapado de la golpiza de un idiota que la acosaba constantemente, le había golpeado las costillas dejándole hematomas espantosos que fácilmente podían cubrirlos con pijamas. ¿Pero que podía hacer? Si lo denunciaba con el director o la policía podría hacerle algo a su hermana, ya la había amenazado con hacerlo, además ella era de estatura promedio sin ventaja para defenderse.

Capítulo 2

Su belleza le causaba muchos problemas, cabello color miel, rizado, le llegaba hasta la cintura, ella amaba el largo de su cabello era muy sensual o al menos eso era lo que le decía Eve que lo llevaba distinto a ella, por los hombros del mismo color. Lo único que habían heredado de su madre. Pero ambas se  diferenciaban por el color de sus ojos Eve los llevaba verdes oliva y los de Shery eran marrones. Eran guapas, ¡claro que sí! Pero por ser sencillas y de belleza natural llamaban mucho la atención.

—¿Qué te pasa? Cada vez que llegamos al colegio te pones así.

—Odio esta institución.

—Es el único al que podemos asistir, papá jamás nos pagaría uno privado.

—Ya lo sé, pero quisiera que estudiaras en uno mucho mejor.

—Estoy bien, no te preocupes por mí. No quiero que cargues con todo el peso tu sola como si fueras mi madre. Eres joven debes vivir la vida, y yo siento que te he quitado parte de eso hermana.

—Eres mi hermana pequeña, tú jamás serias un estorbo para mi ¿Ok? Yo hago esto por las dos. Te protegeré pase lo que pase.

A las chicas se les aguaron los ojos, estaban solas contra el mundo, no podían contar con su padre que gastaba a diario todo el dinero que conseguía, hacía muchos años que no llevaba comida a su casa.

—Tengo mucha hambre Sher…

—Toma esto… Saco unos billetes del bolsillo—Te alcanzara para que comas algo.

—Espera… ¿y tú?

—No te angusties estaré bien, ve a clases, si pasa algo no dudes en buscarme.

—No pasara nada, cuídate te quiero.

Se abrazaron como si no existiera un mañana, cada una tomo un pasillo distinto que las conducía a sus aulas de clases, eran muy cercanas y se amaban muchísimo, un amor de hermanas irrompible.

El día fue tan aburrido como todos los demás, sobre todo por tener que ver al profesor de matemáticas que era un anciano tan pasivo que no se daba cuenta de lo que ocurría en el aula. Unos idiotas llevaban un buen rato lanzándole bolas de papel lleno de saliva con un pitillo, la mayoría estaban dirigidos hacia ella, seguramente su cabello tendría muchos adornos ensalivados ¡qué asco! Pensó.

Miraba por la ventana mientras el lento de su profesor daba clases, la verdad no tenía interés en aprender nada. Estaba preocupada, era viernes y los fines de semana es que su padre organizaba las fiestas más alborotadas en la casa.

Y por otro lado ella trabajaba sábado y domingo, su hermana tenía que pasar el día en el parque o haciendo cualquier otra actividad mientras ella terminaba su jornada, era eso o quedarse en casa sola. Era frustrante tener que vivir así.

—Señorita Loon si va estar viendo por la ventana en toda la clase en vez de prestar atención a la actividad, entonces quizás deba salir afuera.

Genial, ninguno de los presentes prestaba atención y ese viejo solo se había fijado en ella.

—Lo siento, profesor.

Detrás de ella escucho algunas risas burlonas, a ella le daba igual solo le molestaba el hecho que el imbécil del profesor le llamara la atención solamente a ella.

Por fin había terminado la clase, el timbre sonó indicándole que la tortura había terminado en parte. Solo le faltaba encontrarse con Eve y rogaba por no toparse con ningún patán por el camino. Por los pasillos caminaba de prisa hasta el cafetín donde siempre se reunía con su hermana, pero estos estaban atestados de estudiantes. De pronto sintió un jalón por el brazo, introduciéndola en un pequeño cuarto donde guardaban las cosas del aseo del colegio, era un poco oscuro y olía a polvo.

—¡¿Qué carajos haces?!

—La otra vez lograste escabullirte pero no lo harás de nuevo perra.

—Derek, te he dicho que me dejes en paz, eres un imbécil. Como sigas molestándome te juro que te voy a denunciar.

—Ya sabes lo que le pasara a tu adorada hermana si lo haces, ¿porque te quejas tanto? igual eres una perra como  tu madre.

—¡Yo no soy como ella!

El, la tenía sujeta muy fuerte de los brazos y ya comenzaba a lastimarla, Derek le ganaba en tamaño y era una persona muy agresiva no sabía cómo estudiaba en ese colegio aún. Menos mal que no estaba en el mismo curso.

—Claro que eres igual que ella, una sexy prostituta. Dijo con una mirada que le dio asco.

—Suéltame o voy a gritar y estarás en serios problemas.

—Podrás escaparte hoy, pero tarde o temprano voy a follar ese cuerpecito, que estoy muy seguro que muchos lo han probado ya.

Ella lo empujo con fuerza, comenzaba asustarse de las amenazas de Derek, el espacio que hubo entre ellos le dio la oportunidad de salir corriendo del pequeño cuarto metiéndose entre la multitud de jóvenes estudiantes. Al fin dio con la cafetería, se aclaró un poco el rostro, no quería preocupar a su hermana. La encontró sentada leyendo un libro esa era su pasión.

—Hola ¿estás lista para irnos?

—Has tardado un buen rato ¿Qué hacías? Dijo recogiendo sus cosas de la mesa para meterlas en su mochila.

—Estaba en el baño,  había muchas chicas ya sabes, pintándose y todas esas babosadas.

—Si ya lo sé, odio entrar en estos baños son una pesadilla.

—¿Qué tal te fue hoy? Pregunto la mayor para cambiar de tema.

—¡Muy bien! ¿Y a ti?

—Bien, como siempre. Mintió.

—Siempre dices lo mismo, creo que no te gusta estudiar.

—Lo que no me gusta es este colegio ¿nunca te molestan?

—La verdad es que no, ¿Por qué? ¿A ti si?

Eve no quería decirle a su hermana que si la molestaban, pero eso solo aumentaría sus preocupaciones y no era justo para ella se sacrificaba tanto por las dos. Además ignoraba a todos esos idiotas, aunque prácticamente eran mujeres las que le hacían la vida imposible, diciéndoles cosas sobre Shery y sus padres. No le molestaba que  hablaran mal de sus progenitores pero no de su hermana ella era una increíble chica.

—¡No, claro que no! Y me alegra saber que no te molestan.

—Caminemos más rápido, parece que lloverá. No será nada bueno que llegue tarde al trabajo y de paso mojada.

Del otro lado del pueblo…

—En serio amigo que afición tienes de venir siempre a este pueblo, si mi padre se llega a enterar me matara te lo juro.

—Puedes calmarte JB, nadie tiene porque enterarse, además tu padre esta con el mío de viaje…

—Ethan, eres demasiado raro sino fuera porque eres mi mejor amigo no accedería a tus locuras.

Los chicos caminaban por las calles relajadamente sin temor a nada, por allí no se encontrarían a nadie que los pudiera reconocer o con los que tuvieran algún problema y se vieran obligados a mostrar su naturaleza.

De hecho Ethan y JB eran unos jóvenes importantes, ya que eran hijos de líderes uno era el hijo del Alfa y el otro era hijo del Beta, y por si no fuera poco eran los más populares del instituto donde estudiaban.

Capítulo 3

—Detén tus quejas quieres, estoy aburrido del colegio, porque faltemos un día no pasara nada.

—A mí me vale eso, aunque no bueno… si prefiero ir, ya que estar rodeado de todas esas hermosas lobas que nos persiguen es fantástico. Ethan suspiro.

—Eres una pesadilla, cuando vas a madurar y decidir hablar con tu mate. Dejar de flirtear con todas esas chicas.

—Eso no pasara…

—Pero si ya sabes quién es, ¿Cómo puedes aguantar tanto tiempo sin querer estar con ella?

—No lo sé Ethan, creo que no estoy listo para ella. Además no soy nada delante de ella. Y sabes muy bien cómo se ponen las lobas, se vuelven un poco locas con eso de tener mates. Muy posesivas. Negó con la cabeza.

—¡Eres un cobarde! Si tu padre se entera que ya la encontraste y no la has aceptado te matara. ¿Porque no me dices quién es?, quizás pueda ayudarte.

Su amigo desperdiciaba la compañía de estar con su pareja, mientras que el llevaba algunos años buscando a la suya. Desde que tuvo su primera transformación a los quince años cosa que era común en los lobos Alfas, pensó que la encontraría como le había pasado a la mayoría de los de su manada.

Pero con él no había sido el caso, ya tenía doscientos años y aún no la encontraba ¿Dónde rayos estaba metida? Sospechaba que su loba no se encontraba en la manada Luna Azul. Su padre le dijo que no se desesperara, que si no la había olido en su primera transformación no pasaba nada, lo más probable es que ella aun siguiera siendo una humana de la manada esperando cumplir la mayoría de edad para lograrse transformar.

Ya que los lobos comunes, se transformaban a los dieciséis años.

Y tenía algo de razón, porque en la manada había muchas chicas jóvenes que aún eran humanas, pero con descendencia de lobo. Le preocupaba la idea  que su pareja no lograra transformarse, esos casos eran pocos. Cuando una chica o chico hijos de lobos cumplía los diesi seis años ocurría el cambio, sino lo lograban serían simplemente humanos pero tenían el derecho de vivir en la manada haciendo su vida como cualquier otro lobo.

Pero, ¿cuánto tiempo tenía que esperar por ella? Realmente estaba desesperado por encontrarla, marcarla, hacerle el amor y sentir su calor, hacerla suya y de nadie más, la imperiosa necesidad de morder a su hembra era casi insoportable. Sobre todo cuando estaba en celo era tormentoso, su mal genio no era tolerado por nadie y tenía que permanecer encerrado por algunos días. Nunca se había enamorado de ninguna chica a pesar de tener muchísimas lobas detrás de él. Su paciencia estaba agotándose.

—Vamos Ethan por favor, llevas años buscándola ¿crees que la vas a encontrar aquí?

—No seas idiota.

—Entonces volvamos a casa ¿Si? Si no la estás buscando en este pueblo ¿Qué diablos hacemos aquí?

Su amigo lo miro de reojo, ya se estaba haciendo tarde no podían volver después del anochecer a las montañas. Si descubrían que estaban fuera de los territorios de Luna Azul se meterían en serios problemas, ya que estaba prohibido bajar al pueblo con los humanos comunes.

Siempre que lo hacían, antes de que cada uno llegara a su casa, se metían en el arroyo de camino a casa para quitarse el olor a humano, así nadie sospechaba nada…

—He terminado ya ¿Nos vamos a casa? Dijo Shery cansada.

—Si por favor estoy muerta del cansancio ¿Cómo te fue hoy?

—Las propinas fueron buenas. Le dijo riendo.

Las hermanas salieron de la cafetería donde trabaja Shery, iban riendo muy contentas porque pronto se acercaba el día que se irían de casa y empezarían una nueva vida sin su padre. Pero la sonrisa se les borró muy rápido en cuanto sintieron las primeras gotas de agua fría cayendo sobre ellas.

Empapadas y muertas del frío las hermanas Loon llegaron a casa, por más que corrieron por las calles y trataron de protegerse de la lluvia en algunos techos, de nada les sirvió porque igual se mojaron. La verdad era una tormenta muy fuerte, las calles del pueblo de Seattle estaban totalmente inundadas era horrible, con el frío que hacía a diario más la lluvia indicaba que se aproximaba el invierno antes de lo esperado.

—Estoy hecha un asco, me congelo. La menor se queja.

—Yo también, solo quiero darme una ducha caliente y meterme en la cama.

Pero nada de eso las esperaba al cruzar la puerta de la casa, encontraron a su padre realmente molesto y un tanto borracho. No se suponía que estuviera a esa hora en casa, nunca llegaba temprano.

—Son un par de perras cochinas. Les grito a todo pulmón el hombre.

—Papá por favor no nos hables así. Dijo Shery.

—¿Y cómo quieres que les hable? Si son unas asquerosas mujeres, no pudieron limpiar esta maldita casa temprano. Tengo que llegar y encontrarme con toda esta suciedad.

—Sabes que tenemos clases, y siempre limpiamos cuando llegamos del colegio.

—Salieron hace tres horas, ¿Dónde mierda se meten en ese tiempo? Son unas mujerzuelas igual que la estúpida de su madre.

Shery siempre se enfurecía cuando las comparaban con la desvergonzada de su madre, ellas dos eran dos mujeres decentes de lo que nunca fue su mamá. Eve sujeto su mano fuerte porque sabía que eso le molestaba, solo intentaba calmarla para que no discutiera con Steven y terminara por golpearlas.

—Papá está lloviendo mucho, además Eve y yo necesitamos hacer los deberes de la escuela.

—Esa es la mentira más grande que he oído nunca muchacha mal agradecida. Todo lo que hago por ustedes, tienen un techo donde vivir y no pueden hacer algo tan simple como limpiar la casa donde viven. Estoy harto de las dos.

Ella pensó que el sentimiento era mutuo, y que si eso era cierto porque no se largaba y las dejaba en paz de una vez, ni siquiera traía comida a la casa y aun así las llamaba malas hijas. Estaba segura que perderían la casa en cualquier momento con tantas deudas que tenía su padre.

—Ya nos ponemos a limpiar.

—Más vale, porque hoy viene mi jefe con sus socios, así que quiero que esta casa brille. Pónganse a limpiar flojas. El hombre se retiró a su habitación.

—¡Lo odio! Y odio que nos trate así como si no fuéramos nada para él. Dijo Shery con rabia en la voz.

Las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, sentía tanto dolor y frustración. Ella solo quería tener una familia como todo el mundo que la apoyara y la amara. Al menos un padre comprensivo y menos borracho.

Pero solo le toco a una loca drogadicta como madre y un agresivo en todos los aspectos como padre ¿Qué había hecho para merecer un castigo así?

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Escrito por

Yonmary Alfaro

Hola queridos lectores. Me llamo Yonmary Alfaro soy escritora de diferentes tipos de género en especial (mafia e historia de vaqueros). Soy de Venezuela y amo escribir tanto como leer. Espero que les agraden mis novelas. Nos estamos leyendo bellezas, un beso enorme.