“Lo sentimos señorita Rojas, los padres de familia no están de acuerdo con su presencia en la Escuela. Mucho menos están de acuerdo en que una persona de color enseñe a sus hijos”.
Patricia Rojas, se graduó con honores en La Universidad San Carlos de Guatemala. Una mujer inteligente y amorosa. Pero nada de eso importaba cuando su color de piel era un problema para la sociedad. Su infancia fue marcada por constantes burlas en la escuela, en la vecindad donde vivía y cuando pensó que era una mujer adulta que podría sobrellevar mejor la situación. No pudo evitar sentirse herida, cuando la directora le entregó la carta de despido y el cheque por una semana de trabajo en el Colegio Infantil Santa Fe. Su vida estaba siendo afectada nuevamente por algo sobre lo que no tenía control ni culpa.
Antonio Rocco un sexy playboy, acostumbrado a tener a las mujeres más hermosas a sus pies. Se encuentra con el más grande dilema la tarde en que a su puerta llamó un niño que alegaba ser su hijo.
Desesperado por la situación busca la mejor y más rápida solución contratar una niñera que le ayude a salir del problema.
Lo que las ideologías dividen al hombre ¿podrá el amor unirlos en su nombre?
Capítulo 1
—Lo sentimos señorita Rojas, los padres de familia no están de acuerdo con su presencia en la Escuela. Mucho menos están de acuerdo en que una persona de color enseñe a sus hijos —cerró sus hermosos ojos café oscuros para evitar que las lágrimas dejaran sus ojos. Dolía y mucho de repente se sintió transportada al pasado. Sentía lo mismo cómo cuando era una niña y la excluían de grupos de trabajo por ser un pequeño chocolate había dicho un niño.
—¿Sabe que esto es ilegal? —dijo lo más serena que pudo. No iba a darle el gusto a la directora de verla llorar
—Sera el sereno señorita Rojas, pero el concejo de padres no aprueba su contratación —extendió un cheque con toda la arrogancia del mundo hacía la joven
—Es el pago por los días trabajados tómelos —exigió al ver que no hacía ademan de tomar el trozo de papel de sus manos
—Que lo disfrute señora Godoy —podía necesitar el dinero, pero no iba a recibir nada de un grupo de personas incapaces de ver más allá de su color de piel. Ella tenía estudios que avalaban su calidad de educadora, muchos no podían decir lo mismo dejando mucho que desear.
—Arrogante, no conseguirás nada de todas maneras, cuando mucho podrás limpiar edificios —apretó su puño para no responder ante todo ella tenía educación, podía no ser de alta cuna, pero había sido muy bien instruida en casa por su maravillosa abuela.
—Por supuesto señora, espero que no llegue el día en que la vea ocupando ese lugar —salió sin más. Una semana, una sola semana había podido trabajar estaba cansada no era la primera vez que le ocurría y no había manera de poder defenderse cuando el ministerio de trabajo estaba comprado por las grandes familias del país.
Camino calle abajo para poder coger el transporte extraurbano. No sabía cómo se lo diría a su abuela estaba vez, había inventado muchas veces palabras bonitas o excusas para justificar su presencia en la casa después de ser despedida. Imaginaba que esta vez no sería la excepción.
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—¡Hasta cuando Antonio! —el mencionado cerró los ojos. La cabeza le dolía producto de la borrachera de la noche anterior.
—No grites mamá por Dios. Harás que mi cabeza explote —se quejó tratando de tapar sus ojos con la almohada cuando su madre corrió las cortinas de su habitación y el astro rey fue directo a atormentar sus sensibles ojos.
—Te lo he pedido de todas las maneras posibles Antonio. Deja de comportarte como un niño tientes treinta y dos años. No eres un niño toma la responsabilidad de los negocios y permite a tu padre descansar —resopló al darse cuenta que su madre no dejaría de repetir una y otra vez la misma canción de siempre.
—Te lo he dicho mamá, no estoy interesado en el negocio familiar Danilo lo ha hecho muy bien hasta ahora —Danilo era su hermano mayor hijo del primer matrimonio de su padre.
—Danilo, Danilo. Deja de alabarlo tanto a este paso se adueñará de todo lo que te pertenece ¿porque no lo ves? —gritó furiosa ante el desinterés de su hijo por los negocios que por derecho le correspondían llevar.
—Será porque es mejor que yo en todo. Cierra la puerta cuando salgas —halo la sabana para cubrirse hasta la cabeza, estaba cansado y no deseaba escuchar a su madre decirle una y otra vez que su hermano le quitaría todo. No era necesario él sería feliz únicamente recibiendo las ganancias que su hermano le depositaba cada fin de mes sin tener que hacer nada por ello.
—Eres un caso perdido. Las fiestas y las mujeres no te serán eternas —escuchó cuando su madre cerró la puerta con mucha más fuerza de la que imagino porque su cabeza fue quien sufrió.
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—¿Antonio? —el hombre cerró el periódico al ver a su esposa enojada
—Dormido como siempre. Debes hablar con él Santiago por todos los cielos, pareciera que no te importa tu hijo vives y miras por los ojos de Danilo —espetó molesta
—¿No has escuchado nunca una sola palabra de Antonio? Odia estar encerrado en la oficina todo el día, odia los negocios déjalo ser en lo que es bueno —Margarita resoplo perdiendo todo su glamour del que siempre estuvo orgullosa.
—¿Cómo puede dejarlo ser? Estar sentado los fines de semana sobre una bestia no es bueno ni para él mismo. Corre peligros en cada carrera que corre ¿Por qué no haces algo? —aparto su silla para sentarse y esperar a que su marido dijera o hiciera algo
—Por todos los cielos es una motocicleta de carreras no una bestia aprende a diferencia mujer
—Como sea eso no es un trabajo estar todos los fines de semana compitiendo aquí y allá, para luego emborracharse a la mitad de semana no me parece que sea correcto. Pero es claro que a ti no te interesa no voy a continuar discutiendo contigo eres igual o peor que Antonio. He perdido el apetito, ten buen provecho —lanzó la servilleta con furia sobre la mesa…
—¿Discutieron? —El mayor de los hijos se acercó a su padre a quien saludo con beso en la frente antes de sentarse en la mesa. Danilo Rocco un hombre de cuarenta años de edad. Rubio de ojos azul zafio, cabello castaño claro, soltero y uno de los hombres más codiciados por madres de chicas en edad de contraer matrimonio.
—Lo mismo de siempre Antonio —Santiago llevo un trozo de omelette a su boca, deseaba comer tranquilo, aunque ya no era el caso. Margarita sabía cómo arruinar su apetito.
—Bueno podría intentar halarse las riendas papá, no me estoy quejando, pero el deporte que practica no será para toda la vida tiene treinta y dos años —Santiago bebió un sorbo de café antes de resolver
—Bien, consigue una oficina disponible y trata de instruirlo personalmente no importa el área es tu responsabilidad —se levantó y salió del comedor enojado estaba cansado de las constantes quejas de Margarita quizá Danilo pudiera ayudarlo a convencer a Antonio de trabajar en la empresa.
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—¿No tienes que ir clases hoy cariño? —era el momento del día que más odiaba cada que tenía que mentir a su abuela, una hermosa mulata de sesenta años su única compañía desde hace muchos años. Se había salvado por ser fin de semana, pero hoy era lunes y debía estar fuera de casa a esta hora y no preparando el desayuno.
—Tengo libre hoy abuela no te preocupes, los niños tienen actividad con sus padres —dije sin pensar mucho
—¿Todos los niños? —preguntó con duda
—Es un día de campo Abuela no pienses mucho. Soy una maestra nueva así que no estaba incluida en la actividad. Pero si no quieres verme igual puedo salir a distraerme un momento —sabía que su abuela no se tomaría muy bien su insinuación
—Sólo no me mientas Patricia porque vieja y todo soy muy capaz de darte una tunda —ella sonrió le creía muy capaz ¡Oh claro que le creía! Nos sería la primera vez que su abuela le daba un castigo después de mentirle, pero ¿Qué opción tenía? Su abuela era tan dulce como agría cuando se sentía insultada y no quería que se molestara por cosas que nunca iban a poder cambiar en la sociedad.
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—No me digas que madre te convenció —Antonio se llevó un pedazo de fruta. Si él también podía despertar temprano el día lunes y tomar un desayuno con su único hermano.
—Tu madre no ha dejado de molestar a padre desde la semana pasada así que ¿Qué otra opción tengo? He iniciado con pequeñas remodelaciones en la oficina que ocupe en el pasado y que debía ser tuyo —el menor resopló
—Odio estar entre cuatro paredes y metido entre papeles todo el día ¿Por qué es tan difícil de entenderlo? —preguntó enterando el tenedor en el pedazo de sandía con más fuerza de la necesaria.
—Hemos tratado de apoyarte tu madre aún no sabe que trabajas en el taller de motos —sonrió bajito si su madre llegaba a enterarse estaba seguro que moriría no sin antes matarlo primero.
—Lo se Danilo y te lo agradezco nunca podría terminar de pagar todo lo que escondes por mí —sonrió ampliamente ante la negación de su hermano
—¡No tienes remedio hombre! —terminaron de desayunar en silenció no querían que su madre estuviera atenta a sus conversaciones, sería desastroso si ella descubriera que no eran enemigos como había intentado en más de una ocasión que fuesen…
—Lamento interrumpir señor Antonio, pero en la puerta hay un niño que pregunta por usted —eso sí fue una rotunda sorpresa. Estaba acostumbrado a que las mujeres tocaran a su puerta a tempranas horas, pero ¿un niño? Jamás. Se puso de píe y fue su encuentro quizá fuese un fan o la carnada de alguna mujer guapa para atraerlo.
—Buenos días ¿Eres Antonio Rocco? —el niño de ojos verdes y cabello rubio preguntó con una pequeña sonrisa en sus labios
—Así es y tu ¿Quién eres? —preguntó amablemente
—Anthony y soy tu hijo —la voz suave e infantil tuvo mucha más fuerza que cualquier contrincante porque literalmente se sentía derribado…
—¿Su hijo?…
Capítulo 2
—¿Cómo ha sucedido esto? —Margarita observó a su hijo con enojo. Podía aceptar todo de él, pero ¿esto? Esto estaba fuera de todo lo permitido la prensa se lo comería vivo si llegaba a enterarse de este asunto. Ellos no eran gente común y corriente su nombre no podía estar manchando por culpa de Antonio y sus idioteces.
—¿Cómo quieres que sepa? Estoy enterándome casi al mismo tiempo que tú mamá — dijo. Mientras pasaba la mano con frustración sobre sus cabellos rubios. Tratando de recordar el nombre de la mujer que decía ser la madre del niño y que encima lo había dejado en la puerta de su casa como si fuera un animalito.
—¿Podrían bajar la voz? El niño va a escucharlos —Danilo no puedo evitar intervenir al ver a su hermano y su madrastra discutir casi frente al niño.
—Vete Danilo esto no te incumbe —Margarita lo fulminó con la mirada. Odiaba que se inmiscuyera en todos los asuntos ya era bastante malo que controlará todos los negocios de la familia como para aceptar opiniones donde no le correspondía darlas.
—Bien, me marcho sólo tengan en cuenta que él niño no está sordo —no había nada que pudiera hacer por su hermano esta vez. Observó al pequeño habría muchas dudas si el niño no se pareciera a Antonio. Sin duda esto cambiaría la vida de su hermano para siempre y esperaba que fuera para bien. En algo tenía razón su madrastra la carrera que Antonio había elegido no sería eterna y los riesgos siempre eran altos amaba a su hermano tanto que no podía cortarle las alas, quizá la llegada del niño podría hacerle ver la vida desde una perspectiva diferente.
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—¿Y bien? —Margarita hizo sonar su tacón sobre el fino mármol con impaciencia
—¡Que no lo sé mamá! —Antonio no podía creer que el niño fuera realmente su hijo, pero bastaba verlo. El niño parecía ser una réplica suya. Aun así, no estaba demás solicitar una prueba de ADN. Él no podía ser su padre o ¿Sí?
Margarita camino hacia donde el niño permanecía sentado. Lo observo detenidamente era muy parecido a Antonio a esa edad. Cerró los ojos esto era lo último que le faltaba tener un nieto sin madre. Porque la tipa muy sin vergüenza se había lavado las manos dejando al niño en la puerta de su casa con una mochila y una simple nota.
—¿Cómo se llama tu madre? —preguntó de manera brusca
—Rene
—¿Rene? ¿No es una chica? —el niño se encogió de hombros, era muy inteligente para su edad y se había dado cuenta que su madre nunca lo había querido y su padre desconocía su existencia.
—Es una chica y se llama Rene —insistió el niño aburrido llevaba sentado un largo tiempo
—Déjalo mamá —Margarito lo miró con enojo
—Hazte cargo de él Antonio —salió dejando al niño con Antonio, ella no iba a ocuparse de un niño de dudosa procedencia.
—¿Vas a echarme? —preguntó el niño con voz baja
—No. Pero no puedo cuidarte tampoco apenas puedo cuidar de mí mismo
—¿Eres un corredor de motos verdad? —Antonio se sentó a su lado, aun con la esperanza de despertar en cualquier momento
—Sí, lo soy
—¿Tienes dinero? —la pregunta le sorprendió es algo que un niño de cinco años no preguntaría
—Lo tengo —se vio respondiendo
—Contrata una niña —el niño se encogió de hombres
—¿Una niñera?
—Rene nunca estaba en casa y me dejaba con cualquier vecina que podía hacerse cargo de mí. Estoy acostumbrado — La tal Rene que él no lograba recordar definitivamente era una demente.
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—Lo siento señor no fue mi intención —Danilo respiró profundo para no caerle a gritos a su secretaría
—Dafne, te he pedido muy atentamente que no me sirvas el café —la chica agacho la cabeza apenada
—Lo siento —se disculpó mordiéndose los labios y acomodando sus gafas sobre el puente de su nariz
—Está bien, en el compartimiento del baño hay un saco por favor traerlo —ella asintió y fue directo al baño. Danilo podía despedirla fácilmente tenía ese poder para borrar de su vida a su torpe secretaria ¿Qué se lo impedía? No lo sabía, pero esa chica torpe hacía de su mañana la mejor parte del día.
—Aquí tiene señor —Dafne se reprendió mentalmente, era torpe, pero lo era mucho más cada vez que estaba en presencia de su jefe y no lograba entender ¿Por qué? había trabajado con jefes duros y rudos en el pasado, pero la amabilidad de Danilo le ponía nerviosa. Incluso deseaba que le gritara, pero en su lugar él siempre la toleraba. Salió sin decir nada más o estaba segura que terminaría empeorando las cosas.
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—¿Has visto el anuncio en el diario de hoy? —Patricia negó
—No he comprado el diario hoy. No tengo dinero para eso María sabes lo difícil que es encontrar un trabajo —su amiga arrugo la frente
—Hay un anuncio solicitando niñera —Paty observó a su amiga con el ceño fruncido
—María
—Escucha. Están solicitando una niñera con capacidades educativas para instruir al niño —Patricia estuvo tentada de reírse de su amiga
—Son Q. 5.000 la paga —la tentación de reírse se esfumo al escuchar el sueldo que ofrecían
—¿Qué? —ninguna niñera podría ganar tanto dinero a menos que…
—Es una de las familias más ricas del país
—Aun así, era demasiado dinero
—Bueno mujer aprovecha —Patricia recibió el diario para anotar la dirección estaba dudando si eran personas de alta cuna difícilmente le darían el puesto.
—Ten un poco de fe —María le sonrió y ella asintió. Debía tenerla el poco dinero que le quedaba no alcanzaría para llegar a fin de mes y había sido muy orgullosa para aceptar el dinero del Jardín Infantil.
—¡La entrevista en es en una hora no llegaré! —gritó al ver los horarios en el anuncio
—Coge un taxi y llegarás pronto —María le tendió el pasaje
—Luego me lo devuelves —Patricia por primera vez tomo lo que le ofrecían sin discutir. Si el sueldo que ofrecían era real, estaría ganando mucho más dinero del que habría ganado de continuar en el jardín.
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—Ninguna mujer llena el requisito —Margarita había visto a las cinco candidatas para hacerse cargo del niño, ninguna le convencía bastaba verlas para saber que pronto terminarían en la cama de Antonio
—Por favor mamá no tengo tiempo para esto elegiré a un y fin de la discusión —Antonio estaba aburrido, no había asistido a su entrenamiento porque su madre se lo había impedido y de no conseguir niñera dudaba que pudiera asistir el resto de la semana.
—No, ninguna de esas mujeres es adecuada para cuidar de un niño de cinco años. No estoy ciega Antonio. No han apartado la mirada de ti desde que llegaron —Antonio se dio media vuelta y se marchó estaba perdiendo el tiempo nada más.
—Señora una candidata más solicita participar en la entrevista —Margarita suspiró estaba tentada a rechazarla, pero si tenía suerte quizá la próxima fuera menos rubia y fea
—Hazla pasar. Señoritas les estaré informando si alguna de ustedes llena los requisitos por favor —les enseño el camino hacia la salida. No pensaba llamar a ninguna.
—Buenas tardes señora —Patricia estaba nerviosa era lo mismo en cada entrevista a la que asistía la posibilidad de ser rechazada sin siquiera ser entrevistada era posible.
Margarita sonrió al ver a Patricia. Era bonita pero no era el tipo de mujer al que su hijo miraría dos veces. Podría decir que era la mujer perfecta para el trabajo. Las rubias de ojos verdes eran la debilidad de Antonio.
—Buenas tardes por favor tome asiento —trato de ser cordial, después de todo lo único que necesitaba de ella era que se hiciera cargo del niño y que no terminara en la cama de su hijo. Lo segundo era lo más importante para ella.
Patricia trato de relajarse al notar el poco interés de la mujer mayor en su color o eso es lo que le pareció.
—¿Su nombre?
—Patricia Rojas
—Soy Margarita Rocco —Patricia sonrió no le sonaba el nombre, aunque María había mencionado que era una familia adinerada
—Encantada señora yo…
—Está usted contratada —eso fue rápido pensó Paty para sí, nunca nadie le había dicho contratada dos minutos después de iniciar una entrevista
—Tengo carta de recomendación si desea…
—He dicho que está contratada lo toma o lo deja. No estoy interesada en nada más —la actitud le dijo mucho a Patricia sobre la mujer, pero necesitaba el trabajo y sobre todo el dinero
—¿Pueden empezar ahora mismo? —Ella estaba a punto de preguntar eso
—Por supuesto, cuáles serán mis horarios
—Mi ama de llaves le informará. Acompáñeme
Patricia camino tras la mujer. La casa era lujosa viera por donde viera. Seguramente tenían dinero para mantener tres generaciones más sin trabajar.
—Antonio —Margarita llamo a la puerta de su hijo, se había marchado antes de que las rubias fueran despedidas. Mientras Patricia pensaba que sería el niño al que tendría que cuidar
—Abre la puerta Antonio. La niñera está aquí —la puerta se abrió dejando ver a un hombre rubio y pequeño niño muy parecido a él
—¿Eres de chocolate? —la voz inocente de Anthony se hizo escuchar.
CAPITULO 3
—No puedes hacerme esto mamá ¿Por qué de todas? —giró su rostro para ver a Anthony con la niñera
—¿Crees que soy estúpida? Te conozco perfectamente Antonio de haber contratado a cualquiera de esas mujeres estarías durmiendo con ella antes de saber si es apta o no para el trabajo —Margarita no iba a ceder ante la insistencia de su hijo, su actitud le decía claramente que había hecho una buena elección Antonio nunca se fijaría en alguien como Patricia Rojas…
—Estás loca mamá no puedes imponerme su presencia —discutió nuevamente
—Bien si no te parece puedes despedirla y tendrás que hacerte cargo del niño o irte a vivir a otro lugar. Porque yo no voy a cuidarlo —salió de la sala. Tenía cosas más importantes que ocuparse que prestarles atención a los berrinches de su hijo.
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—¿De verdad no eres de chocolate? —Anthony preguntó ya que su papá no le había dado tiempo de responder a la chica.
—No, no lo soy ¿Quieres probar? —Patricia extendió su brazo. Mientras el niño negaba
—Te creo —Anthony sin embargo no apartaba la mirada de Patricia. El contrate de sus pieles al estar juntos era tan notorio que el niño parecía fascinado.
—¿Tienes hijos? —el cambio de conversación relajo a Patricia, pero también le sorprendió
—No.
—¿Cómo harás para cuidarme si no tienes hijo? —arrugó las cejas— Mi vecina tenía dos hijos y Rene solía dejarme donde ella
—Rene ¿Es tu madre? —preguntó había notado a simple vista que el niño era tan nuevo en el lugar como ella.
—Sí. Pero se ha cansado de mí. Me dejo en la puerta de mi padre —señalo al hombre rubio que continuaba discutiendo con su madre. Trato de no pensar de manera negativa, pero era obvio que el rubio no la quería allí.
—¿Te dejo? ¿Por qué haría algo cómo eso? —pregunto prestando atención a las palabas del niño
—No me quería supongo. En realidad, no lo sé a ella le gustaba salir por las noches y muchas veces tuvo que quedarse en casa por mí —Patricia de repente sintió la necesidad de golpear a esa tonta mujer. Tonta y egoísta mujer.
—¿Cómo te sientes? —preguntó imaginaba que era un trauma para el niño ser abandonado por su madre de esa manera tan cruel
—No conocía a mi padre hasta ayer. Supongo que estaré bien, aunque la señora. Mi abuela no me quiere —se encogió de hombros
—¿Por qué dices eso? — preguntó con cuidado
—Lo sé soy un niño, pero no soy ciego ni sordo —Patricia sonrió
—¿Quieres jugar? —se llevó al niño a la parte limpia del jardín
—Me gusta el Futbol, aunque si pudiera elegir escogería ser corredor como él —señalo al rubio de nuevo
—No soy tan buena en el futbol, pero puedo intentarlo y veremos más adelante si encontramos una motocicleta para correr —eso si no terminaba despedida al filo de la tarde.
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—Dafne ¿podrías tráeme la carpeta de envíos de la semana pasada por favor? —Danilo pidió por el intercomunicador
—Ahora mismo señor Rocco. La señorita Lucrecia pide verlo —Danilo entorno los ojos. Ella parecía no entender las indirectas.
—Trae lo que te he pedido y dile a la señorita Lucrecia que tengo una reunión en cinco minutos y no puedo atenderla.
—Si señor —corto la comunicación. Suspiró Lucrecia, Lucrecia quizá debía emplear un nuevo método para dejarle claro que no tenían ninguna intención de volver a retomar su relación nunca más.
—¿Por qué te niegas a verme? —Danilo levantó la mirada de los documentos que estaba revisando para ver a la chica furiosa delante de él, seguida por Dafne
—Lo siento señor yo
—Gracias Dafne déjame a solas con ella —la chica asintió y salió cerrando la puerta tras de sí, se lamentó no ser tan dura como para impedir que entrará a la fuerza.
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—Soy un hombre muy ocupado Lucrecia —continúo revisando los documentos para no ver a la mujer. Era rubia y hermosa. También era joven al menos casi quince años menor que él, pero con una inmadurez de una niña de diez.
—Quiero que retomemos lo nuestro. No quiero terminar contigo —Danilo dejó los papales sobre el escritorio con sumo cuidado antes de levantar la mirada.
—Terminamos hace cinco meses Lucrecia. Has salido con al menos cuatro hombres durante ese corto tiempo. No veo en qué momento has sufrido por nuestra ruptura
—Para no estar interesado sabes muy bien la cantidad de hombres con los he salido. Pero ninguno de ellos me interesa. Sólo he querido darte celos para ver si me buscabas —hizo un puchero típico de una niña berrinchuda acostumbrada a salirse con la suya.
—No estoy interesado en volver contigo Lucrecia. Ten buen día —señalo el camino hacia la salida él no iba a ser el tonto de nadie. No sólo habían sido citas simplemente había dormido con cada uno de esos hombres y no. No estaba interesado, pero era una figura pública una modelo de renombre y la prensa se la comía viva a diario y él odiaba el escándalo.
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Patricia se preparó cuando al final de la tarde fue llamada a la biblioteca de la casa. Estaba segura que le darían las gracias, pagarían las horas trabajadas y se encontraría de nueva cuenta en la calle. Menos mal estaba vez no tendría que mentirle a su abuela, pues no le había dicho nada al respecto cogió el taxi desde el puesto de periódicos.
—Tome asiento —Margarita la observó un poco más detalladamente era bonita, no podía negarlo su cabello crespo chocolate le hacía ver ¿Exótica? Justo lo que necesitaba era todo lo contrario a las mujeres que su hijo correteaba con nieto sin madre era más que suficiente.
—Estos son sus horarios. El niño recibirá clases directamente de usted. Será la responsable de su educación y de que aprenda todo lo que necesita no irá al jardín hasta que aclaremos ciertos puntos con respecto al niño —Patricia imaginaba sobre qué. Pero se abstuvo de hacer comentario alguno.
—Revise cuidadosamente, si tiene algún inconveniente con algo por favor dígamelo para poder solucionarlo no quiero buscar a nadie más —Patricia se sorprendió, era la primera vez que no tenían intención de reemplazarla. Por supuesto ella desconocía las verdaderas razones de la amable mujer.
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—¿Por qué no la quieres? —Anthony interrogo a su padre mientras se comía una paleta de chocolate en la cocina
—¿Cómo sabes que no la quiero? —preguntó bebiendo un jugo de manzana. Necesitaba salir o se volvería loco.
—Te vi discutiendo con tu mamá —Antonio miro fijamente al niño. Danilo tenía razón. Anthony era un niño inteligente y tomaría todo lo que se dijera a su alrededor bueno o malo. Debía tener cuidado, pero ¿Cómo lo haría? Estaba acostumbrado únicamente a cuidar de sí mismo.
—¿Te gusta? —preguntó al final de todo era el niño quien pasaría todo el día en compañía de la niñera. Si a él le agradaba era un buen comienzo
—Me gusta. Me gusta el color de su piel. ¿La viste? Parece un trozo de chocolate —el niño río bajito
—¿No temes que se moleste si le llamas de esa manera? —Anthony negó
—Es buena y me gusta —aseguró
—De verdad
—¡Sí! Juega al futbol y ama las motocicletas también —dijo emocionado en realidad ella había dicho que le gustaban no que las amará, pero su padre no tenía por qué saberlo.
—Eso es genial —sonrió para complacer al niño. Dudaba que tuviese un interés real por ambos deportes.
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—¡He llegado! ¡Abuela! —gritó entrando a su casa. Seguramente su abuela le caería a paletazos por no haberle dicho que saldría a una entrevista de trabajo.
—¡En la cocina cariño! —eso fue nuevo ¿No le gritaría? Se encogió de hombros mientras dejaba su bolso sobre el sofá en la sala y camino hacia donde su abuela cocinaba.
—¿Y bien? — preguntó mientras movía la paleta dentro de la olla
—¿Qué cocinas? —preguntó ante de responder
—Arroz con leche, tu favorito —Patricia se relamió los labios era su postre favorito
—¿Me dirás como te fue o tengo que adivinarlo? —preguntó más sería. Micaela estaba cansada de ver a su nieta despreciada no sería la primera vez y estaba segura no sería la última vez que sucediera. Pero no quería esto para Patricia incluso había pensado en dejar la ciudad y probar suerte en las áreas rurales, quizá allí la gente no tuviera tantos prejuicios.
—He conseguido el trabajo —trato de no sonar muy emocionada
—¿Cuánto durará esta vez?
—¿Eh?
—Sé que no estas enseñando en el Jardín Infantil Patricia. También sé que te presentaste a una entrevista hoy —Patricia agacho la cabeza con vergüenza mentirle a su abuela era cada vez más complicado porque era difícil mantenerla al margen de todo.
—Yo —Micaela llevo su mano hasta el mentón de Patricia para que levantará la mirada
—No me mientas cariño. Sé que lo haces para protegerme, pero tengo mis años y te he criado desde que eras un bebe, no puedes mentirme —Lo siento abuela, te prometo que no volverá a suceder —sonrió entre sus lágrimas. Rogaba porque esta vez pudiera quedarse mucho, mucho tiempo…